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Renta 2014: Y a ti, ¿quién te lleva los "papeles"?
En estos últimos días, coincidiendo con el arranque de la "campaña de la renta 2014", he vivido varios episodios que me han recordado que tenía pendiente de abordar el asunto que hoy traigo a esta bitácora, y que no es otro que abundar en la peculiar idiosincrasia del ejercicio del asesoramiento fiscal, aquí (en España, también conocida como Españistán o Hispanolandia) y ahora (en 2015).
El primero de esos episodios, vino dado por un encuentro tan fugaz como casual con un viejo amigo que, ya al despedirse, me deseó afligido: "mucho ánimo con las rentas; porque ahora es la época en la que echas el resto, ¿no?". Debo confesar que estuve tentado de pedirle que me concediera apenas unos minutos para intentar explicarle que, al menos en lo que a mí respecta, las "rentas" son una parte nimia de mi ocupación, que apenas hago unas cuantas y, estas, ya más por obligación (léase compromiso) que por devoción, que es un trabajo que aporta (en la inmensa mayoría de los casos) muy poco valor añadido (lo que, asimismo, impide facturar importes relevantes) lo que no es óbice para que arrostre la asunción de una elevadísima responsabilidad, que Pero, en lugar de eso, solo acerté a contestarle "gracias, eso espero", manteniéndole así en esa cándida ignorancia que lleva al común de los mortales a la equivocada creencia de que el grueso de nuestra ocupación profesional es (siempre y en cualquier caso) la cumplimentación de esos latosos impresos al filo de la estación estival
El segundo me lo proporcionó un familiar cercano al comentarme que su asesor (bueno, realmente se refirió a él como "el que me lleva los papeles") había fallecido recientemente (lo que viene a demostrar que los asesores fiscales, pese a todo, también somos humanos), siendo así que en lugar de iniciar la búsqueda de un sustituto, optó confiadamente por delegar esos "sus papeles" en el propio personal que el finado tenía porque -y cito literalmente- "malo será que allí no haya alguien que sepa hacer tres números".
En el escaparate de un local rotulado como "autoescuela, agencia de seguros y locutorio", se ofertaban también los "servicios" correspondientes a la "tramitación y gestión" (vaya Ud a saber lo que esa críptica expresión signifique) de "impuesto de sucesiones, donaciones, transmisiones patrimoniales, ". ¡Ahí es nada!
Fue, entonces, la coincidencia en el tiempo de estos tres hechos, la que me recordó que hacía ya tiempo que quería dedicar unas breves líneas a hablar de "nosotros", siendo así que aquí ese "nosotros" (como cuando en el Telediario dicen que ese día toca hablar de esa "casa", refiriéndose así a la "cadena" de turno) hace referencia a los asesores fiscales.
Lo primero que debo decir, por doloroso que esto sea, es que en España el ejercicio del asesoramiento tributario no está regulado. Y eso, ¿qué quiere decir? Pues que cualquier persona, una vez alcanzada la mayoría de edad y cumplimentadas sus obligaciones burocráticas de "alta", podrá ejercer como tal y, en consecuencia, presentarse y anunciarse como asesor fiscal.
Javier Gómez Taboada. Avogado tributarista.
Socio de Maio Legal