Rodrigo Cota
Las opciones de Moreira (y II)
Pronostiqué la semana pasada la voladura interna del PP de Pontevedra, voladura que se quedó en estallido, lo que de paso nos demuestra que no soy precisamente un analista portentoso, algo que yo sé desde que tengo uso de razón y mis lectores desde que lo son.
Pues el caso es que de los seis concejales llamados "díscolos", solamente dos, Guillán y Laya, entregaron su acta, volviendo al redil de los leales los otros cuatro, incluida Celia Soto, que cambió de idea a lo largo de la mañana cuando su dimisión ya había sido anunciada a los medios.
Se lo dije el día de Nochebuena a Jacobo Moreira cuando hablamos para desearnos felices fiestas: "podrás cenar el turrón sin atragantarte". Y es la verdad. No habrá grupo de concejales díscolos; solamente se han ido dos, que no conservarán su condición de concejales y previsiblemente serán sustituidos por los que les seguían en la lista, y ambos han ocupado el cargo anteriormente, lo que no está mal; la gente sabe que finalmente Moreira ha sido respaldado por Louzán y por Alfonso Rueda, que a última hora consiguieron para él la menos mala de las soluciones posibles. A fin de cuentas se le van los dos concejales que lideraron el intento de revolución y él sigue con un grupo de once, los mismos que tenía.
Se puede suponer que las aguas bajarán en calma de aquí en adelante. Si hacia marzo, cuando se espera la celebración del próximo congreso local, Moreira se hace con el liderazgo, su posición se verá reforzada y tendrá dos años para recomponer sus filas y preparar el asalto a la alcaldía.
Los díscolos se reintegran descabezados y sólo pueden acogerse a la comprensión de Jacobo Moreira, quien dio un primer paso importante al rechazar ante Louzán y Rueda la dimisión en bloque que los propios rebeldes ofrecieron en bandeja. Una decisión arriesgada con la que empezó a recomponer la confianza perdida, lo que le permite mostrarse como un líder integrador ante los suyos y ante los electores. Con el poco margen de maniobra del que disponía, finalmente supo quemar su último cartucho disparando en la única dirección correcta.
Eso es lo que conquistó Moreira mientras desde el BNG, Lores, que pasara lo que pasase sólo podía salir ganando, lo hace en cualquier caso, aunque bastante menos de lo que él preveía. Se metió en medio de la crisis ajena dando oxígeno a los díscolos y una vez cumplido su papel esperó acontecimientos. Lo demás ya no dependía de él.
Los dos tienen motivos para celebrar la crisis: Moreira, porque gestionó el asunto con inteligencia y eso aparta muchas de las piedras de su camino: Lores, porque a fin de cuentas estuvo tres meses alimentando la crisis del PP, que no está nada mal, hasta conseguir que estallara, aunque con mucha menor potencia de la esperada.
Ahora que uno lo piensa, si ambos se midieran con la misma dedicación e intensidad en los terrenos de la política de verdad, la que afecta a los ciudadanos, mejor nos iría a todos: a nosotros y a ellos.
26.12.2012