Bernardo Sartier
El debate sobre el estado de la "cocreta"
España no vive pendiente del debate sobre el estado de la nación, chuminada de guion ya sabido que únicamente captaba atenciones cuando Felipe y Guerra le daban cera a un Suárez que capotaba por el congreso, perro flaco al que todo eran pulgas. En aquellos cara a cara había sangre, una suerte de "¡mátalo!" coral entonado por la bancada socialista porque el cuerpo de Adolfo desprendía el hedor del premoriente político que sabe cercana su última hora.
España, decía, no vive pendiente de un debate mediocre porque todo lo que pudiera estar pendiente de escribir ya lo escribe (mejor, lo prescribe) Alemania, potencia hegemónica de esta Europa mercader y a ratos mercachifle. Alemania extiende unas recetas de austeridad económica muy lustrosas que son como el aceite de ricino que daban a los escolares esqueléticos de Paquiño Franco, que no engordaban pero iban tirando. España, decía, vive sin vivir en ella y muere porque no muere pendiente, no del debate sobre el estado de la nación, sino del Gran Hermano y de la "cocreta" (croqueta) de Belén Esteban.
Belén Esteban iba para princesa del pueblo pero se quedó en propietaria de una chalet en Paracuellos, que es donde Félix Schlayer, alertado por un destripaterrones, advirtió que de la tierra nacían piernas de hombres. Cónsul de Noruega en España en el 36, vigilaba que en la contienda civil la peña se matase con elegancia. Visto que donde tenían que nacer espárragos trigueros brotaban pies con zapatos, removió la tierra y se topó con los cadáveres de 1.200 derechistas y monárquicos a los que habían sacado de la cárcel Modelo en autobuses de la empresa municipal de transportes para darles matarile. Paracuellos es la jurisdicción de Belén Esteban, cuyo mandato catódico comenzó con una frase para los anales de la sinceridad conyugal televisada: "Fui a la boda de mi amiga y me comí medio kilo de cigalas, y al llegar a mí casa le comí la suya a mi marido". Nótese ahí el talento de barriada, la inspiración ciudad-dormitorio encerrada en la comparación de la viril protuberancia de su cónyuge con el delicioso crustáceo.
Belén, princesa de cartón humedecido montó el otro día un "pifostio" de cojones con las "cocretas", pues repartió mayor número a sus protegidos que al resto de la casa, que en esto no se diferencia mucho de los partidos políticos europeos. En la particular lógica semántica de Belén croqueta es "cocreta" del mismo modo que crocante es "cocrante", bombín bombón y cojín, cojón, ripio este último que fue titular de "La Codorniz" cuando en este país ya nos habíamos adelantado a la banda diseñada, que es el término pedante con que se denomina hoy al humor gráfico. Pero a todo hay quien gane. Y entonces salió otra concursante sevillana, nuera putativa de la ex de Chiquetete y habitual coceadora del diccionario, una tal Aguasantas (sus papis podrían haber optado por algo más laico, tipo Aguapotable, por ejemplo) corrigiendo a la Esteban e introduciendo una "R" en el "palabro": "que no, Belén, que se dice "crocreta", no "cocreta". Entonces, la lucidez se apoderó de mí y vi claro. Los problemas de nuestro país proceden de la "cocreta" de riesgo, de la "cocreta" interior bruta y de la "cocreta" per cápita.
Que esto no lo arregla ni "Podemos" (freír "cocretas") y que ya va siendo hora de fijar una "cocreta" básica para las rentas más bajas, regular la dación en pago de la "cocreta" y actualizar, de una puta vez, las "cocretas" de los funcionarios, que llevan la hostia de años congeladas. E implantar en los partidos las "cocretas" primarias para la elección del candidato cándido, o sea el "curiña" Gavilondo después de freír a Tomás Gómez como si fuese una "cocreta". Y cambiar el Estado de derecho por el Estado "cocreta" para así satisfacer las necesidades de "cocretas" de los ciudadanos. Y alertar a Montoro porque hay mucho listo que se pira con las "cocretas" al "HSBC" suizo. Y procesar a Pujol y a Marta Ferrusola por decir que no tienen una "cocreta" y que están con una "cocreta" delante y otra detrás, que es una forma de pobreza muy catalana, lo de taparse con pan rallado.
En suma, que ni debate sobre el estado de la nación ni carallos en vinagre. Aquí, lo que mola y se impone es el debate sobre el estado de la "cocreta", porque el "Gran Hermano" tiene cuatro millones de "cocretas", perdón, de televidentes y el debate sobre el estado de la nación 275.000. Y aquí mandaba el número ¿no? La democracia y tal