Alba Piñeiro
¿A dónde nos lleva el GPS?
El fin de semana un coche quedó suspendido en las escaleras de la entrada a la Plaza de la Herrería, porque al parecer, su conductor se sintió confundido a causa de las indicaciones del GPS del vehículo. Si bien es cierto que el conductor era foráneo y que un fallo lo tiene cualquiera, también lo es que un GPS que induzca a equívoco puede dar pie a decisiones erróneas y con consecuencias fatales.
Ante las maravillas tecnológicas que van surgiendo, empezamos a pecar de confiados en cuanto a sus capacidades. ¿Estamos delegando excesivamente en las máquinas? ¿Tendrán razón Bill Gates y Stephen Hawking cuando afirman que la inteligencia artificial se puede llegar a convertir en un problema?
La evolución siempre es positiva y todo avance tecnológico bien diseñado y configurado contribuirá a mejorar nuestra calidad de vida y nos llevará a ahorrar tiempo y energía haciendo determinadas actividades. No obstante, ninguna máquina funciona sola, al menos de momento. Somos las personas las que, con base en ciertos parámetros, les damos una serie de órdenes para que ejecuten ciertas tareas que nosotros solo con nuestra capacidad de abstracción o con nuestra fuerza física no alcanzamos a resolver.
Para que aquello que pronostican los más agoreros no suceda, conviene ir preparando el terreno. No es buena idea abandonar completamente nuestra capacidad de observación y de estar alerta, dejándonos llevar por la tecnología y confiando que lo hará bien, máxime en terrenos y áreas desconocidas.
Tengamos siempre presente que los seres humanos fallamos y la tecnología la construimos nosotros. Decir que la inteligencia artificial podría acabar con la humanidad es una afirmación catastrofista, pero como decían en la Antigua Roma, el hombre es un lobo para el hombre.
Lo que sí haría que la humanidad tuviese un serio problema de supervivencia sería la mala gestión de nuestra propia inteligencia y de aquello que podemos llegar a generar, producir o crear con ella. Empleemos los avances para continuar evolucionando y no para recrearnos con ellos en comportamientos desactualizados respecto de la era en la que estamos.