Beatriz Suárez-Vence Castro
Mercados de arte
Nos mira con la tranquilidad de quien ha visto otros lugares y ha vuelto a casa. Sus ojos grandes, oscuros, sostienen los nuestros directamente. Está acostumbrada a que la miren y quién sabe si a observar al espectador. Sencillamente vestida, con algo que parece una blusa blanca y una túnica dorada que resalta su piel clara. La tela azul y ocre que le cubre la cabeza tiene un tono mate, llega hasta la mitad de los hombros y cubre su pelo. Así asomada no vemos su cuerpo entero pero sí lo suficiente para ver que se ha girado hacia nosotros. Tiene la boca entreabierta, bonita, de labios rojos, sin carmín. Deja ver un poco su dentadura y hace que nuestra vista vaya pasando, sin darnos cuenta, del blanco de sus dientes, a otro blanco más luminoso aún: el pendiente en forma de lágrima que, al ladear la cabeza su dueña, se ha quedado expuesto en solitario, sin que se vea su pareja.
Es "La joven de la perla", obra maestra de la pintura holandesa, pintada en óleo sobre tela por Johannes Vermeer. Data de 1665 y tras dos años de haberse expuesto en ciudades como Bolonia, Nueva York o Tokio ha vuelto a La Haya, al museo de donde salió: Mauritshuis.
Es un museo pequeño, situado en pleno centro de La Haya, en la esquina de las sedes del Parlamento y del Gobierno Holandés. Ocupa una antigua mansión de estilo clásico y la remodelación incluye su ampliación con el alquiler de otro edificio art-decó que albergará la biblioteca y las exposiciones de carácter temporal. Se le conoce como El joyero, por su forma y porque guarda pinturas de tamaño pequeño pero extraordinariamente bellas. Además de "La joven de la Perla", que ha inspirado la conocida novela de Tracy Chevalier y la película protagonizada por Scarlett Johansson y Colin Firth, expone en lugar preferente otra obra extraordinaria: "El jilguero" del pintor Fabritius que también ha servido de inspiración para un best seller, del mismo título que el cuadro y que ha hecho ganar a su autora Donna Tartt el premio Pulitzer de este año 2014.
Otro imprescindible de esta pinacoteca que hará oficial su reinauguración el 27 de junio es la famosísima "Lección de Anatomía del doctor Tulp" primera obra que firmó con su apellido el pintor Rembrandt.
"La muchacha del turbante", como también se llama a "La joven de la Perla" fue comprado en 1881 por el coleccionista A.A Des Tombe, por sólo dos florines y treinta céntimos (unos diez euros) en una subasta. No quiso que la obra saliera del país y a su muerte, la donó al museo que hoy puede volver a exponerla tras dos años de remodelaciones. En el caso de esta pintura, es la primera vez que sale del museo al que originariamente pertenece para exponerse, siempre de forma temporal, en otros. Sin embargo son muchas las obras de arte que se exponen permanentemente en otros museos que no son el de origen. En el caso de "La habitación de Vincent", su autor, Van Gogh, realizó tres cuadros pero sólo uno está expuesto en el museo de Amsterdam que lleva el nombre del pintor. Los otros dos se conservan en el Art Institute de Chicago y en el DOrsay de París. Es por lo tanto una serie de tres cuadros, que ha sido separada y repartida en tres museos.
De "las tres damas del Louvre" como se conoce a La Gioconda, La Venus de Milo y la Victoria de Samotracia, ninguna es de autor francés. Especialmente criticado es este museo, junto con el Museo Británico de Londres por la forma en que obtuvo su patrimonio. En el caso de Londres, es especialmente significativa la colección de arte Egipcio, considerada como "expolio" por los egipcios.
España tampoco se libra, dada la gran cantidad de arte que posee. Una Crucifixión de El Greco fue vendida en Londres en Julio del 2013 por cuatro millones de euros.
El tema es polémico porque en ocasiones las obras están en manos de coleccionistas privados. No pertenece al Estado y los propietarios defienden su derecho a poder vender la obra fuera de nuestras fronteras. Un problema añadido es que, a veces, no se declara como patrimonio dado que en los mercados de Londres o Nueva York se consigue mucho más dinero por la venta de obras y tampoco se incentivan fiscalmente las donaciones. En otros casos son las propias diputaciones las que venden obras para pagar deudas.
Muchos expertos en arte de nuestro país piden que se proteja las obras, al menos, con una legislación más estricta en la materia, mientras que los coleccionistas particulares esperan seguir teniendo la libertad de disponer de sus piezas como mejor les convenga y enviarlas al destino más ventajoso.
La opinión más importante quizá, la de los propios autores, ya no es posible tenerla. Muchos de ellos no pudieron en su momento vender sus obras ni tan siquiera para poder vivir de su trabajo y vivieron en la miseria creando un arte que ahora tiene un valor incalculable y todos, particulares y privados, reclaman como propio. Puede que no les importase tampoco el lugar donde se expusiesen sino que pudiesen ser contempladas por el mayor número de personas.
Vermeer, el padre artístico de la muchacha de la perla, vivió con lo justo y murió acuciado por las deudas. Su obra, es excepcional y escasa. Sólo dos de sus cuadros tienen hoy en día propietario particular y las dos serán subastadas el próximo 8 de julio en la galería Christies de Londres en un acto que supondrá un acontecimiento en el Mercado del Arte.