Beatriz Suárez-Vence Castro
Ante todo mucha calma
La abdicación del rey nos ha cogido por sorpresa. Y hemos reaccionado como hacemos siempre, en caliente. Histéricos perdidos. Y es que no está el patio como para que nos den estas sorpresas un lunes por la mañana. Nos han entrado las prisas a todos, como cuando salimos disparados al trabajo con la tostada en la boca. Y las prisas son malas.
La Casa Real, disparada, para ejecutar cuanto antes el procedimiento consecuente a la abdicación con el fin de que el período sin rey sea lo más breve posible. Esto conlleva redactar una Ley Orgánica en Consejo de Ministros para someterla a la aprobación primero del Congreso y luego del Senado mediante decreto ley y lectura única.
Los partidarios del régimen republicano, pitando a la calle para manifestarse contra la monarquía. Petición de referéndum consultivo sobre si el pueblo quiere monarquía o república ya, inmediatamente. El gobierno sin aclarar nada de lo que va a suceder a partir de ahora. Desinformación por parte del Ejecutivo y bombardeo informativo por parte de los medios, sin orden ni concierto. Todos con una prisa loca.
La Constitución del 78 se nos ha quedado antigua y sería necesario, a mi modo de ver, una reforma. Pero hacerlo precipitadamente no creo que traiga nada bueno. Cuestionar la monarquía, cuestionar el bipartidismo, cuestionar la Constitución está bien y manifestarse por ello, también. Querer deslegitimar un régimen que es perfectamente legal hoy por hoy, es algo que me parece exagerado. Que no nos guste y lo queramos cambiar es distinto. Pero con una alternativa articulada y votable. Desde luego el derecho al pataleo lo tenemos pero pegar patadas al aire no ayuda. Las instituciones que tenemos no están haciendo las cosas bien en muchísimos casos pero están legitimadas por el pueblo que ejerció su derecho al voto. Cambiémoslas votando por otras distintas pero si decimos que las actuales no son legítimas estamos despreciando todo lo que hemos recorrido hasta llegar hasta aquí. Todo lo que han hecho quienes votaron por ellas antes que nosotros y consiguieron instaurar la democracia en unos tiempos que también fueron difíciles.
La ley nos permite hacer las cosas bien: ha habido elecciones europeas con un resultado que nos ha hecho reflexionar a todos. Donde todo el mundo ha podido expresar mediante su voto lo que cree que es mejor para la mayoría. Habrá elecciones generales donde podremos volver a hacerlo y donde se nos debería dar la posibilidad, a mi modo de ver, de abrir otro Proceso Constituyente.
Una abdicación es algo suficientemente inaudito e importante en nuestro país como para querer cambiar el régimen de Jefatura de Estado al día siguiente. Es necesario hacer una renovación, desde luego, pero con información, sabiendo lo que hacemos, qué pedimos y qué consecuencias trae lo que pedimos.
Y sobre todo que no cunda el pánico: Se va un rey y viene otro y el que viene va a tener las mismas atribuciones que tenía el anterior y que se recogen en los artículos 62 y 63 de la vigente Constitución. No son muchas ni interfieren en el Poder Ejecutivo, separado y que gobierna.
He echado de menos en todo este revuelo a la todavía reina Sofía. En el discurso el rey le ha dedicado una sola frase: "Su generoso apoyo y colaboración no me ha faltado nunca". Esto ya lo sabíamos. Pero me parece insuficiente para reconocer el valor que para algunos de nosotros ha tenido la reina durante tantos años.
Doña Sofía ha cumplido con su papel perfectamente. Constitucionalmente las atribuciones las ha tenido el rey. Las de la reina nunca han estado muy claras pero ella siempre ha estado ahí. Ni sobresaliendo ni ocultándose. Dando una imagen de solidez. Estando siempre cómo cuándo y dónde tenía que estar. Raro me ha parecido que ni siquiera estuviese en España cuando se ha producido la abdicación.
El rey le dedicó hace un tiempo otra frase más de compañero de trabajo que de otra cosa "La reina es muy profesional". Bastante ambiguo si quería de verdad reconocer su buen hacer en un lugar difícil: Reina consorte de un país en el que no había nacido y que encima no suele recibir a quien viene de fuera con los brazos abiertos.
Sofía es un nombre de origen griego, como la propia reina, y significa sabiduría. Tiene también el significado de audacia, inteligencia y perspicacia para conseguir los propósitos. Nos va a hacer falta combinar todo eso para llevar a buen puerto los cambios que necesitamos. Todo eso y como nos cantaban los Siniestro Total: Ante todo, mucha calma.