Don Alejandro Sesmero. 1913, su centenario

01 de diciembre 2012
Actualizada: 18 de junio 2024

En el último artículo que escribí mencioné a nuestro ⿿arquitecto municipal⿝ más ilustre, don Alejandro Sesmero, recibiendo por ello varios comentarios personales en donde me indicaban que era Sesmeros, un error muy común y extendido por la propia prensa y por el Concello de Pontevedra que hasta lo cita así en sus webs municipales como Visit-Pontevedra. De este equívoco surge el germen de este artículo en donde, para sorpresa de muchos, descubrimos que el próximo año es el de su centenario.

Alejandro Rodríguez-Sesmero González era hijo de Domingo Esteban Rodríguez Sesmero (Medina del Campo) del que tomó vocación y profesión. Por su participación conjunta en varios proyectos y utilización de una arquitectura muy identificativa, la población comenzó a referir a ellos como ⿿los Sesmero⿝, deviniendo su uso popular en Sesmeros.

Domingo Sesmero llegó a Galicia escapando de un conflicto por la validez de su título de arquitecto expedido en la Real Academia de Matemáticas y Nobles Artes de la Purísima Concepción de Valladolid en el que se argumentaba que no había pasado por la reciente Escuela de Arquitectura creada en 1844. Aunque al final le fue reconocida su validez, su prestigio en aquellas fechas había quedado en entre dicho por lo que decidió emigrar a Galicia, alcanzando el puesto de arquitecto municipal en la ciudad de Vigo en 1871. Desempeño en el que continua hasta 1886 en diferentes etapas debido a una enfermedad (que no he logrado indentificar) y en donde le ayuda su hijo Alejandro Sesmero. Se traslada a vivir a A Coruña desde donde continua realizando proyectos en las ciudades de Santiago, Vigo, Pontevedra (la iglesia de San Andrés en Placeres), Cotobade, Caldas de Reis o Tui.

Su hijo Alejandro (del que es motivo este artículo) obtuvo el título de arquitecto en la Escuela Especial de Arquitectura de Madrid, en un momento en que aparejadores y arquitectos dirimían sobre las competencias de unos y otros y al que -como una maldición familiar- le sucederá algo similar que su padre, como veremos más adelante.

Alejandro, ante la primera ausencia de su padre en su puesto de trabajo debido a la mencionada enfermedad, pasó a ocupar el puesto de Arquitecto interino de Vigo desde mayo de 1875 hasta julio de 1876, momento en el que el arquitecto titular de Pontevedra, Justino Flórez Llamas pasa a ocupar definitivamente el de Vigo dejando vacante su equivalente en Pontevedra. Como de un cambio de cromos se tratase Alejandro vino a Pontevedra también de interino y firmó durante once esplendorosos años como Director Facultativo de Obras Municipales de Pontevedra, momento en el cual una parte de la Corporación Municipal quiere premiarlo con el puesto definitivo en agradecimiento a tan bella reforma emprendida en todos y cada uno de sus proyectos. Pero una parte de la corporación muestra su oposición al entender que está en posesión del título de Maestro de Obras y no de Arquitecto y que si bien puede firmar para particulares, no así  proyectos de obras oficiales, de uso público o financiadas con fondos públicos, pudiendo aparecer, por el contrario, como aparejador o auxiliar de un arquitecto, salvo que no hubiese arquitectos titulados en expectativa de ocupar la plaza.

Para sorpresa de todos don Alejandro, herido en su orgullo, presenta la dimisión de su cargo municipal a la vez que solicita la legalización de su título ante la Dirección General de Instrucción Pública, consiguiéndolo al mes siguiente. Restituido su prestigio y honor y por causas que se desconoce, abandona a mujer e hijos y emigra a Argentina donde el Gobierno le nombra profesor en la cátedra "Arquitectura y Dibujo Arquitectónico" de la Facultad de Ciencias Físico-Matemática de la Universidad Nacional de Córdoba, compaginando su actividad docente con la realización de importantes obras. Fallece el 22 de Octubre de 1913 en la ciudad de Córdoba.

Estamos, pues a las puertas del centenario de su fallecimiento, fecha que parece estar pasando desapercibida para la actual Corporación Local, como también lo fue el centenario del Balneario del Lérez o el 50 aniversario de uno de nuestros hijos más ilustres, Manuel Quiroga. En el año de su centenario tendremos que observar pues, como una de sus obras más aplaudidas, la Casa Consistorial, permanece en estado ruinoso y abandonado presidiendo una reformada Plaza de España.

A don Alejandro Sesmero le debemos la antigua Avenida de Santa María (ahora convertida en patio de colegio), el palacete de Mendoza, la actual Casa Consistorial, el diseño de la Alameda y Las Palmeras, el Cementerio Municipal de San Mauro, en unión con su padre el edificio de la Diputación Provincial, el Mercado Municipal, la reforma de la capilla de la Virgen del Camino y la actual Subdelegación de Defensa. También construyó los depósitos en San Mauro para la traída de aguas en la ciudad, colocando asimismo en varias calles las célebres fuentes de hierro fundido. Y prácticamente ejecutó toda la expansión urbana de finales de siglo XIX diseñando y alineando los viales hacia Ourense, Marín, Vigo y las calles García Camba, Riestra, Sagasta, Andrés Muruais, Andrés Mellado o Fernández Villaverde.

Quiero destacar el hecho de que con un ARQUITECTO como él (en mayúsculas) hace 133 años se solucionó un problema semejante al actual con los crematorios, al trasladar todos los cementerios urbanos a San Mauro.

Fue el brazo ejecutor de una sociedad y clase política de la época que había sacrificado los restos de las murallas medievales en aras de proyectar una ciudad cosmopolita, con arquitectura ecléctica y afrancesada al igual que las grandes urbes europeas en donde se sentaban las bases para que la capital no fuera nunca más cuestionada.

Nada que ver con la deriva actual que cierra la ciudad, esconde su hermoso río, renuncia a las grandes avenidas y nos devuelve a una situación de precapitalidad.

30.11.2012