13 de decembro 2024

 Sobre todo, teniendo en cuenta que se supone que está ahí para resolver los problemas de la sociedad.

En cualquier empresa seria daría para varias reuniones de la dirección, una convención extraordinaria y algunos cambios en puestos de responsabilidad por la mala imagen que la firma estaría transmitiendo a los potenciales clientes.

Pero en la política esto solo sirve para que un breve titular ocupe una esquina inferior en la pagina par de algún que otro diario. Ningún partido se preocupa, y mucho menos, toma en consideración la propia noticia.

En política las cosas funcionan a golpe de intereses partidistas, donde dañar al adversario se antepone a acordar para aprobar medidas que mejoren la vida de la gente. En este caldo de cultivo, resurgen con mucha fuerza los mensajes ultra católicos con ideas antediluvianas que, en la sociedad de hoy, deberían estar superados.

De hecho, ha habido un tiempo en el que estaban superados, pero se está produciendo una peligrosa vuelta atrás. Cuando se está hablando de un cambio profundo de la sociedad, de que la familia tradicional solo es un tipo de familia (no la única), cuando el género va mucho más allá de algo físico, en definitiva, cuánto más se debería orientar los mensajes al rigor de la ciencia, surgen estos movimientos llegados del pasado que venden mensajes prehistóricos, cuando el hombre pensaba que la lluvia o las cosechas dependían de la decisión de un dios.

Vean sino, el poso que nos ha dejado la cumbre ultra católica celebrada en España la semana pasada. Las declaraciones de Mayor Oreja son una ofensa a la inteligencia de los seres humanos. Según él, cada vez más científicos defienden la verdad de la creación frente a los del relato de la evolución. Posiblemente, los científicos a los que se refiere son del mismo grupo que el primo de Rajoy, aquel que negaba el cambio climático.

Lo preocupante es que en pleno siglo XXI tengamos que retomar la teoría de la evolución para volver a demostrarla, porque esa es la prueba de la fuerza que tiene esta gente. Temas que parecían cerrados vuelven a primera línea por la forma en la que exprimen sus alocadas teorías.

Su modelo se basa en la desinformación como práctica habitual en la forma de hacer política, y la instrumentalización de la ignorancia a favor de unos pocos. Y lo peor es que mucha gente comulga con ello.

Sin embargo, aunque está muy bien que la gente quiera rezar y creer en la providencia divina, tienen que saber que los problemas de verdad los arreglan los políticos, no una procesión. Tampoco la sanidad o las becas de nuestros hijos las van a arreglar Mayor Oreja rezando o Jorge Fernández Díaz poniendo medallas a la virgen.