La vida está llena de héroes y de heroínas, que no salen en el cine ni en la tele, que casi siempre son anónimos, pero que con su valentía y sus decisiones van cambiando la realidad y haciendo que esta sociedad sea cada día algo mejor y mas justa.
Es el caso de un pontevedrés de 15 años, buen estudiante, inteligente, inquieto, deportista, vamos, un hijo modélico al que llamaré "Angel". Muy a su pesar, estos días ha tenido que perder su anonimato y exponerse a todo su entorno, simplemente para que se le reconozca lo que es.
Todo empezó hace unos meses. Una noche decidió dar el primer paso. Delante se su ordenador escribió sin duda la confesión más difícil de su vida. Le mandó un correo a su madre pidiéndole perdón por lo que iba a contarle y deseando que lo siguiera queriendo. Eso era lo que más le importaba: sentirse querido y aceptado por los suyos. Y es que Angel, en realidad llevaba 14 años siendo, pongamos por caso, María.
"Mamá, no te asustes, pero quiero decirte que soy un chico. Si no te lo dije antes fue porque no sabía como hacerlo, y porque al principio creí que estaba loco. Pero ahora lo sé. Me siento chico y quiero llamarme "Angel".
No hay que pensar demasiado, ni ser un lumbrera para imaginar el tormento y la angustia que Angel tuvo que afrontar antes de desvelar su secreto más íntimo. Aquella "niña" risueña, parlanchina, activa...se había convertido en un adolescente cada vez mas callado y encerrado en sí mismo, triste. No sabía cómo gestionar lo que le estaba pasando: su cerebro rechazaba los vestidos y todo lo relacionado con el sexo femenino. Incluso ir a la playa se había convertido en un tormento. Decidió entonces cambiar poco a poco su imagen: se cortó la melena y empezó a vestir ropa holgada, siempre pantalones, nada de vestidos ni faldas. Su cerebro así se lo pedía, y por suerte para él, en su casa no se lo negaron.
Pero con el paso de los años, eso no fue suficiente. Con la adolescencia, llegaron los cambios físicos. Su cuerpo y su cerebro iban en direcciones cada vez mas opuestas: los pechos y la regla no casaban con el chico que es. Y ahí es cuando ya no pudo mas. Explotó, decidió dar el paso y convertirse en un héroe, muy a su pesar. Primero a los amigos, después en casa, luego a la familia, y por último en el Instituto, un entorno muy complicado si las cosas no se hacen bien.
Por fortuna, el centro respondió y organizó unas charlas sobre género para alumnos, profesores y padres en las que otra heroína, Cristina Palacios, presidenta de la asociación Arelas, y madre de una niña trans. Explicó que la transexualidad existe desde que el mundo es mundo, que no es una enfermedad, aunque muchos aun la consideren así. Explicó que el sexo está en los genitales pero que la identidad de género está en el cerebro, porque una persona es lo que sea su cerebro y no lo que tenga entre las piernas, aunque se fleten autobuses para decir lo contrario. Y sobre todo lanzó un mensaje a favor del respeto, de la diversidad y de la integración, para conseguir sociedades mas justas en las que todas las personas puedan ser felices, tengan el sexo que tengan, y se sientan como se sientan.
Ser felices, ese es el gran objetivo de un proceso delicado y lleno de temores, porque no nos engañemos, la sociedad, incluida esta sociedad que se considera tan progre, no acepta de buen grado lo diferente, lo distinto, lo que se sale de la "norma". Seguimos viviendo bajo convicciones sociales arcaicas, preceptos religiosos que en su mayoría proceden de la Edad Media, convencionalismos que no nos atrevemos a romper, una educación incompleta en muchos ámbitos, y unas normas que por determinados intereses políticos no se quieren cambiar.
Ya es hora de que se acepte sin mas que la transexualidad no es una moda moderna ni un vicio actual, sino una realidad consustancial al género humano con ejemplos en todas las épocas y en todas las sociedades. Lo triste es que aun a estas alturas sigamos anclados en el medievo. Por eso, Angel, nuestro héroe particular, a sus 15 años, tiene que afrontar su propia cruzada, como antes hicieron otros y como harán muchos mas en el futuro, porque cada día siguen naciendo personas cuyo género es diferente a su sexo.
Es cierto que él parte con una gran ventaja. De entrada tiene el apoyo de todos porque sino su travesía estaría condenada al fracaso. En el instituto ha sido ovacionado por sus compañeros y reconocido por su valentía. Pero el camino será largo y difícil. Sin duda, serán peores los adultos con sus normas y sus prejuicios, su doble moral y su hipocresía. Lamentablemente, se verá obligado a demostrar quien es, a dar explicaciones que no debería, a hacer valer sus derechos como persona, e incluso a ser protagonista contra su voluntad.
Pero de momento ya ha valido la pena: ha vuelto a sonreír y camina decidido en busca de su felicidad, abriendo mentalidades y trans-formando el mundo.