Ventana indiscreta: Mirar de cerca

07 de marzo 2024
Actualizada: 18 de junio

Cuando pasan los años, la presbicia nos invade, somos incapacesb> de leer los prospectos de los medicamentos, los ingredientes de los productos alimenticios. Para observar las cosas pequeñas, necesitamos las gafas, que muchas veces se ocultan en lugares insospechados.

Cuando pasan los años, la presbicia nos invade, somos incapaces de leer los prospectos de los medicamentos, los ingredientes de los productos alimenticios. Para observar las cosas pequeñas, necesitamos las gafas, que muchas veces se ocultan en lugares insospechados. Haz un recuento de cuantas gafas de cerca que tienes de tú propiedad y, te darás cuenta de la probabilidad de olvidarlas o perderlas qué tienes.

 

Pero eso que es inherente a nuestra biología, nada tiene que ver con nuestra incapacidad para observar lo que está a nuestro lado. A veces no quieres ver las señales, pero tienes el enemigo a las puertas. Eres capaz de estar con la persona más inadecuada, de perdonarle lo imperdonable. Crees que el otro va a cambiar, en la práctica eres tú quién te adaptas a él.

 

La situación más extrema y peligrosa es la de aquellos que se miran al espejo continuamente, pero "no quieren verse". Viven en un juego de engaños, de espejismos con respecto a la realidad, de fábula constante. Son capaces de propagar a los cuatro vientos "su verdad", un ritual que les da tranquilidad de conciencia y paz existencial. "Me corresponde", "me lo he ganado", me merezco todo porque en realidad lo valgo, son peligrosas premisas que abundan demasiado en determinados personajes públicos/políticos.

 

Cuando se descubre que esa "eminencia" que ha automatizado la mentira y, ha vivido en un mundo paralelo cuál "rey emérito" de dejarse engañar, de engañar. Y, vemos como intenta justificar lo injustificable sin dejar de seguir mostrando un aire irrazonable de superioridad, te preguntas. ¿Cómo es posible? ¿Dónde están sus límites?

@novoa48