Desde hace algunos años, el Concello de Pontevedra viene utilizando el criterio de topónimos tradicionales para la nomenclatura de nuevos viales. En este sentido, para todas las calles de reciente apertura en la ciudad administrativa de Campolongo o en el polígono residencial de Valdecorvos, se ha recurrido al viejo Catastro de Rústica, sin dejar espacio para los nombres patronímicos u honoríficos, de personalidades ligadas a la ciudad.
Vaya por delante que todo esto ha sido bajo un acuerdo unánime plenario, pero yo quiero aprovechar este espacio para reivindicar que no se caiga en el exceso de recurrir siempre por defecto a este criterio. De seguir aplicando estrictamente esta norma dentro de unas décadas nos encontraríamos con una ciudad llena de "leiras", "veigas", "agros" o "regos" en la mayoría de los casos y algo impropio de una Capital de Provincia. De haberse aplicado en el pasado, por citar un ejemplo, la calle Castelao se llamaría "Granxa do Caño".
Y cito este ejemplo intencionadamente, tanto por su connotación simbólica con el nacionalismo del BNG como por la profunda amistad que Castelao profesó hasta el día de su muerte con su gran amigo Portela Valladares, al que esta ciudad le sigue esperando una calle.
Era sobre finales de los 90 cuando las entidades de A Seca y Mourente, el Colegio de Abogados (bajo presidencia de Modesto Barcia), y Amigos da Cultura rescataban del olvido la figura de uno de los pontevedreses más ilustres. Se le llegó a rendir homenaje un viernes 3 de Mayo de 2002 para conmemorar los 50 años de su muerte organizado conjuntamente por la Diputación, el Concello y el Colegio de Abogados (ya con Eloy Artime como presidente) junto al Carballo de Santa Margarita. En ese pequeño acto el representante del Concello de Pontevedra, Luis Bará, anunció con entusiasmo que Pontevedra pronto corregiría la injusticia de no dedicarle una calle.
Todavía seguimos esperando, y quiero aprovechar el espacio que me queda para rescatar su figura explicando la controversia que generó su posicionamiento en los tiempos de la guerra civil.
Manuel Portela Valladares, nació en Mourente (Pontevedra) en 1867 y fue Presidente del Gobierno de España en los meses previos a los comicios de Febrero del 36 en los que vence el Frente Popular. Presidió el Colegio de Abogados de Pontevedra en 1897 antes de hacerse registrador de la Propiedad a la edad de 32 años, al igual que Mariano Rajoy Brey. Se le considera el creador del centro político en España.
Intentó desde su posición de Jefe del Gobierno llevar a la práctica su ideario liberal a través de un proyecto de centro que amortiguase los continuos enfrentamientos entre los bloques de izquierda y derecha.
Ante la victoria del Frente Popular y las revueltas sociales y anuncios de golpe de Estado que ésta origina, decide dimitir esa misma noche y entregarle el poder a los ganadores. En la primera sesión de la Diputación permanente de las Cortes del 15 de Julio de 1936 tras el asesinato de Calvo Sotelo y ya como portavoz del grupo centrista, lanza un mensaje de concordia y unión con el recordatorio de que a través del camino de la violencia nunca se llegaría a la paz instando a todas las partes a cambiar el rumbo que los acontecimientos ya vislumbraban.
A su regreso a Barcelona donde residía casado con Clotilde Puig y Mir, condesa de Brías, padece un atentando en su propia casa debido a su condición de burgués por lo que decide refugiarse en Francia.
No está de acuerdo con el golpe de Estado pero tampoco con el régimen de terror aplicado en la zona republicana.
Intenta mediar entre los dos bandos e incluso llega a participar a finales del 37 en las Cortes de Valencia en un intento de reconducir el horrible camino escogido por nuestros ancestros. Fallece exiliado en Francia en 1952.
Portela Valladares era un grandísimo defensor del galleguismo y del Estatuto de Autonomía de Galicia, como reconoce Castelao en Sempre en Galiza (del que fue íntimo amigo hasta sus últimos días). El Partido del Centro que él dirigía incluía la autonomía como uno de los puntos de su programa llegando a participar en el Comité Central de Autonomía de Galicia y haciendo campaña a favor del voto afirmativo.
Había fundado en 1924 el periódico El Pueblo Gallego, de corte liberal, abierto al galleguismo y al progresismo, y que hacía campaña a favor de una nueva situación política en España. Participó en la formación de Acción Galega en 1910 y fue uno de los firmantes del famoso Pacto de Barrantes en 1930.
Para el nuevo régimen franquista él representa el hombre que había cedido el poder al Frente Popular, un liberal de la vieja escuela que era crítico con la derecha y partidario de la autonomía. Le expropian El Pueblo Gallego y su propio periódico es utilizado para desgastar su figura quedando su nombre incluido en el célebre estribillo popular que circuló con intensidad en los primeros años de posguerra:
"Galicia lo dio todo para salvar España: el caudillo, Francisco Franco, la víctima, Calvo Sotelo, el asesino, Casares Quiroga. Y Portela Valladares, que fue el traidor."