Los "mutilados" de piedra y de bronce

23 de febrero 2018
Actualizada: 18 de junio 2024

En nuestra ciudad nos encontramos una serie de monumentos que por uno u otro motivo, algunos por desgracia debidos al vandalismo, tienen "mutilado" alguno de sus miembros

En nuestra ciudad nos encontramos una serie de monumentos que por uno u otro motivo, algunos por desgracia debidos al vandalismo, tienen "mutilado" alguno de sus miembros.

Aunque desde hace unos años ya no es así, durante tres décadas el "mutilado" más famoso de la ciudad del Lérez fue Cristóbal Colón. Esta estatua que se encuentra en los jardines que llevan su nombre, entre el Palacio Provincial y el instituto Valle Inclán, es una obra de Juan Sanmartín, quien parece ser que esculpió tres imágenes del descubridor que se ubicaron en diversas localidades.

Originalmente su emplazamiento fue en el invernadero del Palacio de Montero Ríos en Lourizán. Cuando este fue adquirido por la Diputación se decidió emplazar aquí la estatua en el año 1949, tras un intercambio de acuerdos entre la Diputación, su propietaria, y el Concello que se hizo "depositario", que no dueño, del monumento.

La mano izquierda del almirante desaparecía y aparecía cada cierto tiempo, hasta que a comienzos de los años ochenta del pasado siglo desapareció por una larga temporada.

La trastada de un niño se la había llevado por delante y cuando el interfecto andaba ya por la cuarentena decidió entregarla a un medio de comunicación local, de eso hace ya unos siete años. Poco después se le implantó.

Otro de nuestros "mutilados de piedra" es la figura de San Pablo que se encuentra en la fachada de Santa María, a la izquierda, en la jamba de la puerta. Su mano izquierda se halla mutilada a la altura de la muñeca. En el libro de Filgueira Valverde "La Basílica de Santa María de Pontevedra", en la lámina XLII, se puede observar una fotografía de esta imagen en la que todavía conservaba dicha mano sosteniendo un libro abierto.

En el interior de la iglesia de San Francisco tenemos a nuestro siguiente "mutilado", aunque en esta ocasión es de una pierna, bueno, más bien la "mutilación" es desde la pantorrilla.

Se trata del sepulcro de Payo Gómez Charino que está cubierto por una estatua yacente de caballero armado, vestido con una túnica y tocado con un gorro, reposando su cabeza sobre almohadones.

Lo encontramos a la izquierda del altar mayor, en el lado de la Epístola, inmediato a la capilla de la Inmaculada, un sarcófago de granito que contienen los restos mortales del almirante, poeta y primer señor de Rianxo.

Su pierna derecha está doblada por la rodilla y cruzada sobre la izquierda. Esta representación postural es frecuente en las piezas de alabastro de Nottingham, por lo que podemos entender que el autor pudo tomar como modelo estos alabastros.

Actualmente la pierna derecha está parcialmente rota y le falta el pie. En este caso sabemos que fue durante la invasión francesa, los soldados de Napoleón al querer levantar la tapa del sepulcro lo asieron por dicho pie y lo partieron.

Y para completar este póker de figuras tenemos a nuestro manco más famoso, Valle-Inclán y también el blanco de los últimos ataques a nuestro patrimonio cultural.

En la plaza de Méndez Núñez tenemos su figura, realizada por el artista César Lombera, donde se representa al escritor, figurativamente, abandonando la casa de los Muruais, después de acu­dir a una de sus animadas tertulias con otros intelectuales de la ciudad.

Múltiples han sido los actos de vandalismo que ha sufrido esta estatua, entre ellas varias roturas de la única mano que le quedaba al personaje, la derecha, con la que sujetaba un bastón. Actualmente se encuentra sin ella.