La Tostadora

03 de mayo 2018
Actualizada: 18 de junio 2024

Viaje alucinante, -aquel oscarizado film de, por entonces, ciencia ficción, (allá por los sesenta), en cuya trama precursora y "verneviana"  se recurría a lo que hoy conocemos, (aúnque sólo sea muy por encima), como nanotecnología,  para deshacer un coágulo en el cerebro de un científico, con el objeto de salvarle la vida...

Viaje alucinante, -aquel oscarizado film de, por entonces, ciencia ficción, (allá por los sesenta), en cuya trama precursora y "verneviana"  se recurría a lo que hoy conocemos, (aúnque sólo sea muy por encima), como nanotecnología,  para deshacer un coágulo en el cerebro de un científico, con el objeto de salvarle la vida,  introduciendo un láser en un pequeño submarino con una tripulación especializada, todo ello reducido de manera que pudiese ser inyectado por vía intravenosa  en el torrente sanguíneo del paciente para llegar a su lesión-, aquella película digo, junto a Fahrenheit 451 (esta última no tan precursora, gracias a Dios, al menos de momento), constituye una obra de arte que me permite, sin sorpresa, acercarme un poco a lo que de deslumbrante tiene el tiempo que me toca vivir y  que me hace soñar, fugazmente, en todo lo novedoso que se apunta para los veinte, treinta años venideros en los cuales, según agenda personal, estaré ocupado. 

Si algo impide que nuestra impronta personal pasme, entusiasme o  decepcione  a los que tenemos alrededor, no seríamos románticos, vulgares e imprevisibles, amén de geniales, generosos,  valientes y decididos entregados a la sociedad que nos toca vivir. Si nos quitan eso pasaremos a ser funcionarios del estado del bulto por oposición impuesta . Y por ahí parece ir el torrente desbordado de la ciencia; así apreciamos a cada instante que el campo de la sorpresa, de dónde se me romperá la agenda con el imprevisto de hoy, el libre albedrío, el misterio personal, la mirada furtiva …, ese espacio de sentimientos y sensaciones tan amplio, se encoge poco a poco sin que nos demos cuenta.

Dicen por ahí que la ciencia está capacitada, desde ya, para conocer a partir de la concepción cómo será el futuro de un niño sabiendo de antemano, conforme se va desarrollando, a través de su genoma, el carácter, las enfermedades, locuras y genialidades que le bullen por dentro. Con esto, el peligro que corren las nuevas generaciones es que en la sociedad futura, cuándo se les precise para actuar, las mentes selectivas y preclaras de entonces, dueñas de la obsolescencia humana programada ,- como la de nuestra tostadora de pan-,  podrán saber si los individuos resolverán con garantías de intencionalidad, tiempo, efectividad, compromiso, sumisión y obediencia las tareas exigidas o si  van a fallar por algún tipo de gripe o tendencia no deseable. Si esto se cumple, y así parece que será, las nuevas generaciones nacerán ,( tal vez ya hayan empezado a hacerlo), diseccionadas, abiertas en canal, vulnerables y descubiertas. Es otra forma de buscar la raza humana pura de ojos azules, pelo rubio y cuerpo nada cervecero. Y es que el diablo no para, coño!!. Para entonces entre dos pobres "mal  concebidos", genéticamente "propensos a", como somos todos por el momento, podría establecerse un diálogo  parecido a esto:

(Sujeto imperfecto A, a sujeto imperfecto B) :

- En qué trabajas?

(Sujeto imperfecto B, respondiendo):

- Sustituyo a un depresivo en una empresa cárnica.

(Sujeto imperfecto A, de nuevo):

- Por cuánto tiempo?

(Sujeto imperfecto B, cariacontecido):

-Seis meses. Hasta que  aparezca mi cuadro clínico  de tiroides. Luego me enviarán al gueto de los impuros. Creo que ahora llega una hornada especial, unos nuevos con ADN muy puro. Nada que hacer.

Joder!! Esto es todo lo que conseguiremos luego de tanto darle al progreso desde la revolución industrial? Décadas de lucha presencial, (con sindicatos incluidos), mejorando la existencia para terminar en un catálogo de apestosos? Esperemos que tengamos ya algún científico misericorde en la sombra que esté boicoteando los laboratorios de referencia, mezclando en los tubos de ensayo las muestras humanas con ADN de lombriz de campo, (tan semejante al nuestro), y en la confusión, en tanto se aclara la cosa, la Humanidad obtenga un respiro a la espera de que explote la nueva Little Boy regalo de Punggye-ri o de Rusia, (ambas con amor), o mejor aún, que el  Gran Colisionador de Hadrones provoque ese temido agujero negro que nos absorba de una puñetera vez, vía Ginebra.

Traslado el temor a mi psiquiatra y este me dice que no me preocupe por ello, que eso ya no me afectará a juzgar cómo evoluciona  mi alopecia. Le respondo que no le pagaré la sesión si vuelve a decirme algo así, ( creo que o ya le aburro o tiene miedo le contagie con mis chorradas ), le recalco que mi temor real estriba en que a alguno de mis nietos le diagnostiquen, entre otras imperfecciones, mi tendencia a la cleptomanía de bonos- bus, mis vocaciones tardías …, en definitiva lo inconfesable de mi mundo privado que tan oculto creo tener.

Bueno, a fuerza de ser sincero, por el momento, esa CIENCIA que nos permite vivir medianamente bien, que ayer, tan solo ayer, era ficción,  que nos deja salir adelante con, (por ejemplo), la colocación de un stent, un poco de penicilina para cualquier cosa, la consolidación real de las prácticas del doctor Barnard, el castigo fustigante contra las células descontroladas, los frenos al Alzeimer y Párkinson, la conquista espacial y la lucha  en tantos y tantos frentes abiertos, esa ciencia, con todos sus profesionales y comprometidos al frente, es infinitamente más promisoria que negativa. No le neguemos su oportunidad aunque entremos en contradicción con nosotros mismos. Esperemos, (esperad), acontecimientos, que siempre habrá un as para matar un tres.

Carlos Regojo Solla.