Hay un aserto policial que reza así: "No existe el crimen perfecto; lo que hay son investigaciones imperfectas".
Tres años han transcurrido de la desaparición de Sonia Iglesias sin una respuesta a lo que ocurrió ni un esclarecimiento sobre causas y autor.
Familiares y amigos así como conciudadanos sensibilizados acaban de martillear en el recordatorio para que no ingrese en el cajón sin fondo de los expedientes sin resolver.
Diversos mandos policiales, desde Salgado, el anterior comisario provincial ahora destinado en Valencia, hasta Serafín Castro, exjefe de la UDEV, insisten en que la investigación llegó hasta donde pudo. Es decir, hasta tropezar con el silencio de Julio Araújo, el compañero sentimental de Sonia y la última persona -que se sepa- que la vió con vida.
Estos mandos policiales así como la familia de Sonia sospechan que Julio Araújo algo tuvo que ver, presuntamente, con lo ocurrido.
Falta lo más importante en un caso de presunto homicidio y/o asesinato. No hay cadáver.
Tampoco existen pruebas incriminatorias. Sólo ciertos indicios y evidentes contradicciones que atañen al aludido. Así se fundamentó que Aladro, Fiscal Jefe de Pontevedra quien se ocupa personalmente del caso, solicitase a Xermán Varela Castejón, juez instructor, que se imputase a Araújo.
Y en condición de tal, imputado por "detención ilegal", continúa desde hace un año y sin que haya ocurrido avance sustancial alguno en la investigación.
Pero cabe cuestionarse si la Policía actuó con la prontitud y eficacia necesarias en los primeros momentos de aquel 18 de agosto de 2010.
Me contaba un amigo abogado que los protocolos de actuación de las Fuerzas de Seguridad en casos de desapariciones son muy ortopédicos y lentos al establecer una caución inicial de 48 horas antes de iniciar investigación y búsqueda.
Vuelvo al principio de esta reflexión: "No hay crimen perfecto sino investigaciones imperfectas".