Todos a Pasarón, ¿te lo vas a perder?

25 de mayo 2015
Actualizada: 18 de junio 2024

Escribo esta columna todavía en tierras de La Palma. Apenas hace unas horas que el Pontevedra perdía en el Silvestre Carrillo ante un Mensajero que no fue superior. Más bien todo lo contrario. Esas cosas que tiene el fútbol (si se le puede llamar fútbol a algo como lo que se juega sobre una superficie inventada por algún enemigo de este deporte) han llevado a un resultado complicado, frente a un rival incómodo, pero que tuvo el santo de cara.

El viento, la inoportuna lesión de Bruno que obligó a retocar el equipo, un penalti clamoroso no señalado por un buen árbitro, pero al que le faltó valor o le pudo la presión en un momento clave como es la recta final de un partido así, jugado ante un público enardecido y entregado a los suyos.

Y aquí precisamente es a dónde quería llegar. Al apoyo de la afición. En La Palma hemos encontrado una acogida excelente, pero sobraron detalles que uno creía desterrados de este mundillo.

Sobró la mala educación de cuatro tontos, empeñados en acordarse de la señora madre de todos nosotros con insistencia en cada lance del partido. Sobró el recibimiento y especialmente la despedida de otros cuatro tontos (sin descartar que hayan sido los mismos), dedicada al equipo granate, pero especialmente a su técnico Luisito. Sobró la puesta en escena (inexplicablemente consentida por el trío arbitral) por parte del equipo local (insultos incluidos), haciendo saltar al campo al Pontevedra sin la habitual formación “fair-play” para que pudiesen sentir la presión de la grada (cosa que por cierto no consiguieron).

Pero muy especialmente sobró la “cacerolada” con la que otros cuatro tontos (estos en grado supino, sin descartar tampoco que hayan sido los mismos aludidos en el párrafo anterior) “obsequiaron” a jugadores y técnicos del Pontevedra a las puertas del hotel en el que se alojaban, buscando impedirles su descanso en la noche previa al partido y que obligó a requerir la presencia de la policía.

Pues bien, todo eso únicamente debe servir para desterrar por completo cualquier intento que no sea exclusivamente animar al Pontevedra desde la grada, con absoluta deportividad, pero con la mayor fuerza del mundo. Llenando Pasarón. Haciendo no que el Mensajero note la presión de nuestra afición, sino que los jugadores granates sientan su apoyo, el apoyo de cuantos más mejor.

Hace un año, ante el Puertollano, en Pasarón éramos 8.000. Esta vez esa cifra tiene que quedarse pequeña. El gol que empate la eliminatoria lo marcará la afición. El del ascenso lo harán los jugadores.

Créanme si les digo que se puede. Respetando al rival. Sin entrar en nada más que no sea jugar al fútbol. Cualquier otra cosa favorecerá los intereses de un Mensajero que tratará de hacer valer su gol de ventaja, rompiendo el ritmo, buscando su oportunidad. Pero el Pontevedra es mejor. Deberá demostrarlo sobre el campo, claro. Y lo hará, no me queda duda.

Puede que parezca una ligereza, pero horas después del partido, repasando lo sucedido, cada vez estoy más convencido de que el Pontevedra va a salir de este profundo pozo de la Tercera División. Y lo va a hacer el próximo domingo. Con tu ayuda. Con la de todos. En un Pasarón abarrotado. Como hace 31 años ante el mismo rival. ¿Te lo vas a perder?