Hoy no voy a escribir sobre el gobierno local de Pontevedra ni sobre la Avenida de Reina Victoria, hoy voy a escribir sobre el mar, sobre la sociedad, sobre nosotros.
Hace unas horas veíamos de refilón una noticia que publicaban todos los medios en la que la Guardia Civil en su función perseverante aprehendía una embarcación a punto de lanzarse a la Ría de Vigo con el único fin de alijar unas tres toneladas de cocaína cuyo valor en el mercado, y daño en la salud y en la sociedad en su conjunto, se pueden ustedes imaginar o no, porque ciertamente es inimaginable.
Tan solo cuarenta y ocho horas después, el mar, pero el de verdad, ese que sube y baja, ese donde los cobardes que inundan de cocaína las costas de Galicia no osan arrimarse, ha segado las ilusiones y las vidas de casi dos docenas de familias, y nos ha dejado a todos hundidos.
Les voy a hablar de algún vecino nuestro, delincuente y sinvergüenza, de los que pone en riesgo la vida de los miembros del Servicio de Vigilancia Aduanera o de la Guardia Civil en alta mar. Esos personajes pueden obtener por una descarga aquí cerca, lo mismo que uno de los marineros que se ha subido al VILLA DE PITANXO en su vida, pero sin jugarse más que unos merecidos años de cárcel y en el mejor de los casos la incautación de sus bienes. Tienes coches de alta gama, son asiduos de caros restaurantes, y de noches de copas y de Champan Bolinger.
Cuando tengan la tentación de ver a esos seres como triunfadores, cuando vean series como Fariña, cuando vean triunfadores de la "fariña", cuando vean empresas que han nacido con la "fariña", cuando vean a políticos que han medrado con la "fariña", no se rían, no piensen en ellos, piensen en los que iban en el Villa de Pitanxo.
Es la cruda realidad de nuestro mar, mata a quien no tiene que matar.
Descansen en paz