En cada fotografía de Peter Lindbergh puedes comprobar su obsesión por la belleza. No sólo por las impresionantes modelos que todos reconocemos, sino también en la exquisitez que sólo él es capaz de reconocer en una mirada, en una calle abandonada, en la sombra de un poste de teléfono de Nevada, o en un grafiti. La sutileza de cada una de estas imágenes contrasta con la fuerza de cada personaje y de cada paisaje. Rostros cautivadoramente salvajes, miradas eternas y posturas imposibles hacen las delicias de visitantes y admiradores.
Su propio hijo, Benjamin Lindbergh, confirmaba que la exposición Untold Stories en A Coruña "es su muestra más personal".
Su mirada va mas allá de cualquier trabajo o de cualquier encargo. Se desnuda como lo hacen sus protagonistas, y se muestra, con ellos, con la misma pureza y sinceridad. El apodado "poeta de lo imperfecto" confiaba precisamente en ese perfecto oxímoron en donde encontró su “leit motiv”: inmortalizar esa imperfección perfecta en cada fotografía.
La cruda realidad, por muy bella y deslumbrante que nos parezca, si se reduce a eso, pasa a ser la más exquisita representación de la vida, de los rostros y del mundo. Sin impurezas, sin retoques, con la única complicidad del instinto mas profundo de Lindbergh.
El 28 de febrero termina esta exposición que no deja indiferente a nadie. Y menos a la eterna ciudad de A Coruña, testigo privilegiado de toda la trayectoria de este maestro del instante infinito.