Prendas imposibles: el chaleco

06 de noviembre 2024

Como el saber no ocupa lugar, comencemos por el principio: los orígenes de esta prenda tan chiripitifláutica.

Hace su aparición en la Edad Media, los caballeros lo usaban como protección debajo de la armadura y estaba fabricado con materiales resistentes como el cuero. Los campesinos lo empleaban para protegerse del frío. Un antepasado lejano del chaleco parece haber sido el "justaucorps", una suerte de abrigo hasta la rodilla que usaban los varones en la segunda mitad del XVII y durante el XXVIII. Esta prenda era de origen francés y pasó después a Inglaterra, donde le cambiaron el nombre porque el que tenía les parecía demasiado francés.

El origen de dicho nombre es turco, "yelek" es el termino. A Europa llegó como "yalíka" y derivó en Italia hacia "giulecco" y de ahí hasta nuestro vocablo ya solo había un paso.

Utilizado por los nobles, el chaleco histórico era una chaqueta que llegaba hasta las rodillas y que se solía llevar junto con un pantalón y un abrigo de igual longitud: el traje formaba un conjunto que más tarde evolucionaría hasta el actual traje de tres piezas. Es interesante señalar que, al principio, las mangas formaban parte de esta prenda, pero durante el siglo XVIII se fueron eliminando por razones prácticas. Por razones idiotas, diría otro, yo mismo por ejemplo, pero ahora no es cuestión ponerse a discutir.

El chaleco es una prenda insípida, insignificante e insustancial. Tanto da llevarlo como no. Es, por tanto, una prenda redundante e insincera, propia de esnobs y de propietarios de chalecos.

Para muy pocas cosas ha servido el chaleco a lo largo de la historia, salvo para identificar a gilipollas integrales. Lamentablemente, no es una opción no ensañarse con esta prenda y, de paso, con sus usuarios. Salvo que pertenezca al colectico de los "chalecos amarillos", ese movimiento de protesta social que surgió en Francia en 2018 para llamar la atención sobre la subida del precio de los combustibles, la injusticia fiscal y la pérdida del poder adquisitivo y que recibía ese nombre por identificarse portando el típico chaleco reflectante amarillo.

En nuestro idioma "chaleco" es también sinónimo de don nadie, mindundi, insulso. Tiene sentido si pensamos el insignificante servicio que presta esta vestimenta a la hora de resguardarse del frío. De ahí que se use despectivamente para denominar a una persona insustancial, poco relevante. Otra cosa es que no use nadie esa acepción, nadie a quién usted o yo conozcamos, al menos. Igual que tampoco es fácil oírla con este otro significado que recoge la RAE: mujer despreciable y sin atractivos. Sin duda, un rescoldo de otra época, afortunadamente.

Bueno, y ya del "fachaleco" no pienso decir nada, sobre todo porque estoy absolutamente sobrio.