Confieso, único Dios verdadero,
haber aprobado la ley mordaza
con el mero objetivo de dar caza
a tamaño contubernio tuitero.
Y confieso que atendí al exbanquero,
pero lo hice porque era carnaza
de los memes, que son una amenaza
si queremos gobernar en enero.
¡Perdóname por recibir a Rato!
¡Y evita que me busquen sucesor
antes de que se termine el mandato!
¿O se te ocurre a ti algo mejor
que un tipo espiritual y tan beato
para estos asuntos del interior?
Te lo advierto, Señor:
No pienses que voy a pagar el pato,
que antes de dimitir... ¡yo apostato!