Origen de la parroquia de San José

19 de marzo 2024
Actualizada: 18 de junio

El pazo del Marqués de Leís, conocido con el nombre de Campolongo, era un edén de paz, de entretenimiento, de prácticas deportivas, de manifestaciones aeronáuticas. Según comentarios: el Marqués lo había donado para disfrute de todos los pontevedreses, pero no tuvimos tiempo de corroborar esta afirmación.

(Nuestras vivencias y recuerdos; felicitamos a José, Pepe, Josefa, Pepa y a todos los parroquianos)

El pazo del Marqués de Leís, conocido con el nombre de Campolongo, era un edén de paz, de entretenimiento, de prácticas deportivas, de manifestaciones aeronáuticas. Según comentarios: el Marqués lo había donado para disfrute de todos los pontevedreses, pero no tuvimos tiempo de corroborar esta afirmación.

Nuestro amigote y compinche de travesuras el Rio Gafos, al llegar a la calle Vilarelle, se bifurcaba originando un islote de amantes eucaliptos que susurraban amoríos de incierta ilusión. Nos proporcionaba un remanso de suave cristalina agua y nos experimentó en la disciplina de natación.

En un pabellón se inició la Parroquia de San José, siendo su párroco Don Victor. 

Un sacerdote lleno de humanismo, preocupado por la infancia y muy amante del futbol. Había estudiado con Suarez, el único español que adquirió el balón de oro hasta el momento. Era delgado, enérgico, nervioso, de un genio de santidad y emprendedor. Muy preocupado por los problemas de sus parroquianos. Siempre estaba presente humana y espiritualmente. 

El Pazo estaba habitado por la Falange, donde desarrollaban disciplina de plástica y otras actividades. En frente se ubicaban los pabellones militares; este colectivo fue muy positivo para la parroquia y para nosotros, entonces niños. Era el año 1955 nació la parroquia con cuatro padrinos: la iglesia, el ejército, la falange, y el pueblo. Hubo alguna discrepancia, pero con el diálogo se fueron solventando.

Otro personaje de aquella época fue Don Teodoro, párroco de San Bartolomé.

Rival deportivo de Don Víctor. En sus múltiples y cariñosas disputas planificaron un partido entre las catequesis de las parroquias, en el campo del Pazo, en nuestro territorio.

Antes del partido, Don Víctor nos inculcaban la deportividad, no discutir a las decisiones arbitrales, no airarse por alguna embestida inadecuada del contrario. 

En mitad de la contienda, nos quedamos los niños paralizados. Los dos curas discutían como fanáticos deportivos. Era divertido, pero se fastidió. Finalizaron el Partido. El domingo siguiente mostraba el daño que hace dejarse llevar por el genio y que había que estar en guardia siempre. Era un tío fabuloso.

Su inquietud le llevó a fundamentar la creación de un equipo de infantiles, con el asesoramiento de Bar Campolongo y sus fervorosos admiradores del pinarejo; lograron la ayuda militar, que ya era mucho.

El "Farmacias" trabajaba en la botica de Antonio Puig, en la Plaza de la Verdura. Vivía en la Ruibal. Tenía dos caminos para realizar su trabajo; a través de Campolongo, que era el más corto; por Mollabao, era más penoso, sobre todo, en aquellos tiempos. Era una persona amable, servicial. Tenía una gran experiencia en el arbitraje deportivo, siendo varias veces ovacionado con diferentes objetos.

Una de sus dudas vitales era quién era más fuerte, la Iglesia o la Falange. Llegó la final de los infantiles: Club Pontevedra y Campolongo, en el campo del Pazo. El Farmacias ponía excusas para no arbitrar, pero las fuerzas de las tinieblas lo obligaron. Era inteligente. Se vistió al otro lado del Gafos, junto la antigua carbonera, dejando su ropa en lugar seguro.

Se inicia el partido, estando el pazo lleno de aficionados; unas envidiosas nubes derramaban moderadamente sus llantos de sufrimiento. La contienda era combativa, el campo lleno de lodo, el Farmacias pita penalti contra el Campolongo.

Un relámpago nos cegó. Al abrir los ojos, el Farmacias cruzaba el Gafos, perseguido por Don Víctor con el paraguas en alto. Tampoco se finalizó el partido.

El Farmacias fue excomulgado y tuvo que disfrutar la ruta de Mollabao por bastante tiempo. Resolvió su duda ética: "Con la Iglesia he topado".

Fueron unos tiempos muy bonitos, llenos de hermosos recuerdos y de estos señores, llenos de humanidad y de sus sentimientos, que nos inculcaron valores positivos.

 

 

Pedro de Lorenzo y Macías.

Fotografías: © Amigos de Campolongo.

NOTA: Un recuerdo de todos que ya no están presentes; fueron nuestros compañeros y amigos en nuestra niñez y juventud. ¡Dios los tenga en su gloria!