Salí de Inglaterra un 17 de octubre de 2020 para volver a España, y cinco meses más tarde vuelvo y me encuentro con un cambio de actitud muy notable en la gente. Se podría decir que la ciudadanía pasó de apenas cumplir con las pocas medidas que tenían impuestas durante el verano y otoño, a cumplir casi a la perfección todas las restricciones aplicadas a día de hoy.
Durante los meses de julio y agosto se comenzó a pedirle a los ciudadanos que llevasen mascarillas sanitarias o "face covering" (cubre bocas, aunque cualquier cosa servía) en espacios cerrados, como pubs, restaurantes, centros comerciales o supermercados y trenes. Era la única condición que tenían que cumplir, y aún así no todo el mundo lo hacía. No era necesario llevarla puesta por la calle, y aquel que lo hiciera se exponía a más de una mirada por parte de aquellos que no la llevaban, como si estuviese loco.
Aunque sí que dentro de los locales los trabajadores cumplían con las medidas y se encargaban de que todos las cumpliesen, eses mismos trabajadores dejaban de hacerlo cuando acababan su jornada; por lo que simplemente estaban siguiendo las normativas de la empresa, y las empresas estaban siguiendo las regras que les llegaban de las autoridades.
Para entrar en cualquier establecimiento era necesario formar una fila, usar gel hidroalcohólico y utilizar mascarilla. En pubs o restaurantes era posible que pidiesen un número de contacto, nombre o también el documento de identidad.
Ya hacia el final del verano se empezaron a utilizar aplicaciones móviles, como la del NHS (el sistema sanitario inglés) para registrar las ubicaciones de los usuarios. No obstante resultó que la aplicación no funcionó correctamente, y el gobierno se gastó 37 millones de libras en una herramienta que dejó mucho que desear. Estaba compuesto por dos partes; una de testeo que sí que funciona correctamente, y la que realmente hacía el rastreo, que solo fue capaz de funcionar en cuatro persoas.
El número de ciudadanos negacionistas que llegué a conocer es incontable, o de aquellos que hacían comentarios como "es como cualquier otro virus, simplemente tenemos que cogerlo y pasarlo", "no entiendo por qué tenemos que llevar mascarillas, no tienen ninguna utilidad", "esto es una gran mentira de los medios de comunicación", "cuanto antes cojamos todos el virus, antes se acabará todo esto", entre otras singulares expresiones.
Muy poca gente era plenamente consciente de la gravedad de la situación, y la información que les llegaba no siempre era la más fiable. Probablemente la reacción del goberno provocó también la reacción de la gente. El cambio en las medidas fue muy drástico, y en este mes de marzo está todo cerrado.
Los colegios se mantuvieron cerrados desde enero, y no fue hasta principios de este mes que volvieron a abrir, al igual que las actividades deportivas al aire libre para los escolares. Sin embargo, es la única flexibilidad que se llevará a cabo en el mes de marzo, ya que el gobierno puso en marcha un plan de desescalada en el que todo se mantendrá cerrado hasta, por lo menos, mediados de abril.
La población está cansada, sobre todo aquellos que tienen niños y tuieron que hacer homelearning (educación en la casa) con los escolares a la vez que teletrabajaban, o que tuvieron que delegar a los niños a otras personas mientras iban a trabajar; pero a diferencia de antes, ahora están mucho más preocupados por la situación.
Muchos de ellos comenzaron a hacer la compra online para evitar ir al supermercado, que es evidentemente uno de los lugares que permanece abierto. Aunque la mascarilla no es obligatoria en la calle, hay alguna gente que la utiliza de forma voluntaria. Tampoco se saltan las regras como se podría hacer hace unos meses; la gente en este país es muy dada a invitar a los vecinos o amigos a sus casas, a las barbacoas o a reunirse en general, y no es algo que se vea tanto ahora. Antes podrían saltarse perfectamente las restricciones, pero ahora les urge bajar el número de contagios cuanto antes.
Parece que la actitud de la gente estaba a cambiar para bien, aunque ahora se les puso un nuevo obstáculo por delante: la vacuna. Tal y como hace unos meses se declaraban totalmente en contra de las medidas contra el virus, ahora muestran el mismo rechazo o inseguridad hacia la vacuna, aunque más de 24 millones de personas, según la BBC, ya recibieron por lo menos una dosis, de las cuales 11 millóns son de la AstraZeneca.
*Imágenes de la salida de las escuelas de primaria en Camberley, Surrey