No estamos obligados a ser felices

10 de enero 2025
Actualizada: 8:26

Por fin ha finalizado la etapa navideña. Época de reuniones familiares, ir de compras, grandes comidas o cenas copiosas y llevar puesta una sonrisa.

 Al menos eso es lo que tratan de transmitir e inculcar todos los medios de comunicación. Pero, más allá de las estrategias de marketing utilizadas por las grandes marcas publicitarias, ¿quién ha dicho que el espíritu navideño le llega a todo el mundo?

De hecho, en los últimos años el número de personas a las que no les gusta la Navidad ha ido en aumento, y es la época del año en la que se registran mayores índices de depresión.

Mientras la Navidad es para muchos una época asociada a emociones positivas, como la alegría y la magia de la felicidad, el momento de reencuentros y de regalos, de pasar tiempo con los seres queridos; para otros, cobra un significado totalmente diferente, aquel que está envuelto por la tristeza y la melancolía.

Se despiertan sentimientos de añoranza por los que ya no están, por tiempos etiquetados como más felices o por el peso de todos los propósitos no cumplidos. También es la época en la que la soledad se hace más presente y los vacíos parecen hacerse cada vez más profundos.

Detrás del mensaje universal de vivir la Navidad en compañía, se encuentra la otra cara de la moneda, que hace más visibles las realidades que no cumplen con las expectativas ofrecidas. La Navidad invita a reflexionar sobre cómo nos encontramos y cómo nos gustaría estar, generando experiencias de frustración que pesan, ya sea por las relaciones no continuadas, o por las metas no logradas.

La Navidad potencia la tristeza de aquellos que la tienen como fiel compañera, e inhibe la pizca de felicidad que a veces aparece en ellos. Es decir, no solo aumenta las emociones negativas sino que les añade sensación de presión y estrés por no alcanzar lo establecido como "normal".

Pero, ¿qué es la normalidad? Hemos hablado de tristeza, soledad y vacíos, también de estrés y ansiedad, pero quedan aquellos que detestan la Navidad por la hipocresía de los reencuentros. Ser correctos y educados, hacer "como si" todo estuviera bien, cuando realmente hay gente que no quiere estar con ellos en las reuniones familiares, de amigos o conocidos.

Florecen los rencores o los conflictos enquistados, pero todos intentan disimularlos por el bien de los demás. Los reencuentros obligados generan malestar porque todo se tiñe de un matiz falso con sabor agridulce para las personas que los soportan.

En definitiva, el tiempo de Navidad se ha convertido en un momento difícil para muchas personas mientras que, para otras, sencillamente ha perdido el encanto o nunca lo encontraron. Oportunidad de reflexión para muchos, escape o felicidad para otros, lo importante es ser feliz con lo que cada uno de nosotros nos encontremos más cómodos, ya sea en Navidad o cualquier momento del año. Además, no estamos obligados a ser felices.