No, sin al menos haber leído antes este artículo.
La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) estima que cada caño se pierde o desperdicia un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano, unos 1.300 millones de toneladas. Y España es el séptimo país de la U.E. que más comida desperdicia.
Solo con esos desperdicios se podría dar de comer a más de 1.000 millones de personas que pasan hambre en el mundo y reducir considerablemente la pérdida que conlleva de mano de obra, agua, energía, tierra y otros insumos utilizados en la producción de esos alimentos.
Es por ello, que la FAO colabora con diferentes organismos e instituciones nacionales e internacionales, incluidos el sector privado y la sociedad civil, para poner remedio a esta lacra. En España, por ejemplo, se ha puesto en marcha una campaña en colaboración con el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente denominada 'Más alimento, menos desperdicio' que tiene por objetivo limitar las pérdidas alimentarias y reducir las presiones ambientales, alcanzándose una conclusión muy clara: el conocimiento actual respecto a la dimensión del problema generado por el desperdicio alimentario es muy limitado. E incide en la necesidad de trabajar sobre todos los agentes implicados en la cadena de suministro de alimentos.
En concreto, es en los hogares, en donde se genera el mayor desperdicio alimentario. El 40% del total. 76 kilos de comida por hogar son tirados a la basura cada año en España. Y es justamente aquí donde se está incidiendo para mitigar el problema. Hay que reducir, reutilizar y reciclar. Por este orden.
El Gobierno del BNG de Lores solo se está centrando en la última etapa del proceso olvidándose por completo de la reducción y reutilización. El mensaje enviado desde la Administración Local, por tanto, no es el adecuado. Antes de optar por el compostaje debemos reducir nuestro desperdicio alimentario en el hogar y para ello hay una serie de recomendaciones que todos los organismos aconsejan, tales como:
- Planificar menús semanales y elaborar una lista de la compra en función de nuestras propias necesidades.
- Mantener la despensa bien organizada y prestar especial atención a la fecha de caducidad de los alimentos antes de escogerlos.
- Congelar los alimentos si ves que no eres capaz de aprovecharlos.
- Usar la creatividad en la cocina. Aquí la OCU recomienda recuperar las recetas de aprovechamiento de la abuela:
- Si tienes restos de carne, pollo o pescado no compostes. No, sin antes ver si puedes hacer croquetas, canelones, empanadillas o una sopa.
- Si tienes restos de verduras, hortalizas o legumbres no compostes. No, sin antes ver si puedes hacer un delicioso puré.
- Si tienes fruta a punto de pasarse no compostes. No, sin antes ver si puedes convertirlo en una macedonia, batido, compota o tarta.
- Si te sobra salsa de tomate no compostes. No, sin antes ver si la puedes congelar en pequeñas porciones de forma que solo descongeles la que vayas a consumir.
- Y así con los huevos, pasta, yogures, queso o pan, por citar algunos.
Solo, después de aplicar en nuestros hogares la reducción y reutilización de nuestros alimentos es cuando se puede optar por el compostaje.
Dentro del amplio abanico que nos ofrece el compostaje, la opción de optar unilateralmente por composteros comunitarios en el casco urbano sin participar de los planes existentes para ello por parte del Ministerio de Medio Ambiente o de la entidad pública Sogama, es un tema que no se tratará en este artículo de opinión. Pero, si como dice el BNG, el plan de compostaje se pone en marcha por razones medioambientales y para seguir unas supuestas recomendaciones de la U.E., deberían comenzar por una campaña de concienciación acompañada de medidas concretas para que los hogares generen la menor cantidad de residuos orgánicos posible.
En definitiva, no compostes. No sin antes reducir tu desperdicio alimentario.