¡Vaya añito que llevamos! Los granates volvemos a estar de luto y nos vemos forzados a despedir un mito, una leyenda del histórico Pontevedra, CF del "Hai Que Roelo". Si a comienzos de la primavera se nos iba el "Gran Capitán" y Presidente de Honor, el inolvidable "Cholo", este pasado jueves recibíamos la triste noticia de que Nemesio Martín Montejo "Neme", el primer y, por el momento, único jugador que alcanzó la internacionalidad absoluta mientras vestía la camiseta del club de Pasarón, subía al "tercer anfiteatro" dejándonos el recuerdo de su buen fútbol, pero sobre todo, a los que tuvimos la suerte de conocerle personalmente, de su bonhomía y cariño por el Pontevedra y por Pontevedra.
Poco puedo decir ya que no se haya dicho y escrito a estas alturas. Que si su llegada y ascenso a Primera, sus cinco temporadas en la máxima categoría, siendo máximo goleador histórico granate en la División de Honor, que si su gol en Barcelona, que significó la única victoria en el Camp Nou (9 de octubre de 1966) sobre los azulgrana, que si es el tercer máximo realizador de todos los tiempos del cuadro granate, solo superado por Pablo Couto y por Charles, que su vitola de internacional (8 de diciembre de 1965, en el Bernabeu, en un amistoso frente a Inglaterra), hasta su llegada como entrenador en la temporada 1985/86.
Y de ésto es precisamente de lo que quiero hablar, a modo de homenaje a quien me enseño no solo fútbol, sino una forma de ser noble y sincera, de hombre que te decía las cosas a la cara, siempre con respeto y educación.
Porque Neme era así. Bajo una apariencia seria escondía una persona cuya amistad rebosaba alegría con cuantos le tratamos. En esa temporada, complicada como pocas, compartimos viajes, hoteles, entrenamientos y partidos, cada uno en su faceta, él de entrenador y yo de narrador de la actualidad granate por media España.
Fue duro para él. Acababa de llegar a la presidencia del club Luis Emilio Batallán, con Julio Pedrosa como vicepresidente. Con el ascenso como objetivo, el listón se había puesto muy alto, sobre todo teniendo en cuenta que la Federación había decidido una profunda reestructuración de la Segunda B, que pasaría de tener 2 grupos a uno solo de 22 equipos, obligando a quedar entre los 7 primeros para lograr la permanencia (13 descensos). Se fichó a Fernando Núñez, que venía del Alavés, tras pasar por Primera División en el Murcia, y pretendido por equipos de superior categoría. Junto a él llegaron Kubala, Compains, Herráez y Miguel Soro. Como técnico se contaba con Fernando Castro Santos, pero al convocarse con retraso los exámenes para conseguir el título de entrenador nacional, el de Lourido no llegó a tiempo (luego se quedaría en el Atlético Pontevedrés para terminar haciéndose cargo del primer equipo), y se llamó a Neme, con el respaldo principal del vicepresidente Pedrosa.
Desde el principio, el bueno de Neme fue utilizado como arma arrojadiza de las rencillas de una directiva dividida y una situación económica que empezaba a complicarse. No ayudó la temprana y sonrojante eliminación de la Copa del Rey a manos del Lalín, después de ganar en la capital del Deza por un contundente 0-3, para ver como en Pasarón se perdía contra todo pronóstico por 1-4.
Ni conseguir la goleada más abultada de su larga andadura en Segunda B (8-1 al Binéfar), sirvió para que Neme sintiese el respaldo total de una directiva presionada por la autoexigencia del ascenso. Hasta que, tras una derrota en Pasarón, a comienzos de 1986, dio paso al "esperpento" (que no sería el último de la temporada).
La Junta directiva se reunía los lunes y Batallán había tomado la decisión de cesar a Neme como entrenador. El vicepresidente Julio Pedrosa, íntimo amigo del salmantino y máximo valedor del entonces técnico, acudió a la reunión dispuesto a impedirlo, y lo hizo a golpe de bastonazos, dejando marcas que aún perduran en la mesa de juntas. Batallán reculó, abandonando el club asustado. Julio Pedrosa consiguió momentáneamente su objetivo, y el escándalo llegó a los principales programas deportivos nacionales, con una entrevista esperpéntica del mítico José María García, en su programa de la medianoche, un domingo, al regreso de jugar en Andorra, que fue escuchada por todo el equipo y técnico en la habitación de quien ésto escribe en un hotel de Lleida.
Con "retranca", en la revista "Pontevedra Deportiva", que entonces se distribuía de forma gratuita en Pasarón antes de cada partido, la redacción de deportes de Radio Pontevedra que por entonces la editábamos, publicamos la foto del famoso bastón de Pedrosa, apoyada en el escudo del Pontevedra que entonces existía en la sede del club en la calle Benito Corbal, y que podéis ver en la imagen que acompaño a este artículo, con unas palabras que, recurriendo a la metáfora, definían a Neme: "la fuerza magnética de un simple trozo de madera que perdía su cabeza, deshecha en mil pedazos en pro de la cabeza de un hombre honrado que el día de San Eulogio pretendía ser juzgado y arrojado a los leones".
Aparte de contar una historia de la que hasta ahora nunca había escrito, Neme no se merecía eso, ni como persona, ni como leyenda granate. Aquel escándalo le afectó y, aunque intentó disimularlo, pienso que no le dejó hacer su labor de la manera que a él le hubiese gustado. Y pese a ello nunca le escuché una mala palabra ni le vi un mal gesto. Ni siquiera cuando la directiva, ya sin la fuerza ni nuevos bastonazos, en un intento desesperado de evitar el descenso, le cesó en la jornada 29.
Luego vendría el intento de compra del partido de Santiago, donde el presidente del Compostela, José María Caneda, grabó la conversación con Batallán, conversación que fue emitida íntegramente en Radio Pontevedra, lo que convierte al Pontevedra en triste y vergonzosa actualidad en todos los medios nacionales. Se consuma el descenso, al quedar clasificado en novena posición, aunque la posterior repesca en los despachos, aprovechándose de los descensos administrativos por impago a los jugadores de Alavés y Palencia, permite integrarse en el grupo único de Segunda B. Pero esa es otra historia.
Nunca más pude hablar con él de lo sucedido en aquellos convulsos meses. No coincidimos, desgraciadamente, y lamento esa conversación pendiente. Que yo sepa, nunca nadie del club le pidió perdón por lo que pasó, antes, durante y después de esa temporada escasa como entrenador. Por eso hoy, después de tanto tiempo, me atrevó a pedir (me consta que están en ello) que el Pontevedra rinda el homenaje que merece el que posiblemente haya sido (con permiso de Martín Esperanza) el mejor jugador de la historia granate.