Hay gente que inmediatamente se remite al urinario de Duchamp. Sería una nueva provocación. Con la diferencia de que Duchamp revolucionó la historia del arte al meter en un museo un urinario simplemente dándole un giro y cambiándole el nombre por el de fuente. Muchas décadas después las provocaciones ya no son lo mismo. Vivimos en una sociedad en la que, desde hace algún tiempo, forman parte de nuestra cotidianidad y en la que los teóricamente "provocados" se han hecho imperantes, son en número importante los amos – los dueños, mejor – del mundo. Son ellos los que lejos de provocarnos nos toman el pelo desde su posición de poder. Comer el plátano se convierte más que en una provocación, en una obscenidad intolerable. La historia del arte está repleta de obscenidades enriquecedoras, esta es simplemente aniquiladora. También dista mucho de ser una locura.
Al mismo tiempo he leído un libro del psiquiatra y profesor vallisoletano Fernando Colina. Se titula "La belleza de los locos", forma parte de una "Colección de la belleza" en la que hay otras obras: La Belleza de los muertos, la Belleza en la infancia, la Belleza de lo oculto… y algunas más, francamente "prometedoras".
Colina nos lleva a reflexionar sobre muchas cosas, casi en cada página. Es imposible no pensar en Kafka, en el surrealismo, en el teatro, la poesía, la música, en la historia de nuestros antiguos manicomios, en la dureza de los tratamientos médicos (el electroshock, como paradigma).
Para Kafka la locura era la extrema lucidez. Y dedica a la culpa (en una carta a Milena Jessenska, aquella escritora periodista heroica en su comportamiento ante los nazis) alguna frase esclarecedora: "por supuesto, tienes la culpa, pero también la tiene tu marido… la culpa se apila en una sucesión infinita, hasta llegar al pecado original". El bien absoluto es inalcanzable.
Walter Benjamin afirmaba que no hay documento de cultura que no lo sea al tiempo de barbarie. Algo que podría aplicarse al tratamiento que a lo largo de la historia han recibido los locos: empezando por las reclusiones de las Instituciones manicomiales, terminando por el citado y todavía utilizado electroshock.
"La locura se confunde fácilmente con la pérdida de la razón, con la enfermedad. Pero, más acertadamente, es una mezcla insostenible y dolorosa de conocimiento y soledad" nos resume el Dr. Colina. La muy conocida poetisa italiana Alda Merini que pasó muy frecuentes estancias en hospitales psiquiátricos escribe en "La otra verdad. Diario de una diversa" que habría que salir de las verdades rancias, de escapar del sentido común, de la esclavitud de la norma. Víctima de la psiquiatría fue también Antonin Artaud, el conocido autor del Teatro de la crueldad, que abogaba por no escribir más obras maestras reservadas para un público selecto. Artaud, con experiencias repetidas de encierro en centros psiquiátricos, se sabía víctima de la psiquiatría, eran evidentes sus visiones antiburguesas de la vida y el arte, decantándose hacía el anti -arte y la anti-razón para que la verdad del inconsciente aflorase a la luz. Artaud, primero dadaísta, luego surrealista, corrobora el gran interés de los miembros de este movimiento por lo irracional. El gran Max Ernest, pintor, escultor, poeta y psiquiatra, es demostración evidente de este hecho. El mismo Dalí reformula, como también Lacan, el problema de la paranoia, esa desconfianza exagerada de los demás o la sensación de ser perseguido. Lacan introduce la filosofía en el psicoanálisis y concibe el inconsciente como lenguaje.
En 2019 en el Museo del Prado, Tagliaferro y colaboradores dirigieron y montaron una exposición llamada "Belleza y locura" demostración clara de que en todas las actividades humanas está presente de alguna forma la locura. Colina lo resume muy bien hablando de que al fin y a la postre, la locura es la belleza de lo inusual. El propio Nietzsche afirmaba que no es la duda sino la certeza lo que enloquece. El arte que provoca alegría pero también miedo y angustia, se ha utilizado – como la música, la literatura, el teatro etc. - en el tratamiento de la depresión. Sabemos también que los griegos asociaron locura y creatividad.
El Dr. Colina nos recuerda que fue Pascal quien tuvo el honor de sostener tajantemente que no estar loco era una variante más de la locura. Él, directamente, afirma que el loco es un torturado por la mirada y la curiosidad de quienes le rodean y que lo único quedistingue a los locos de los cuerdos es su habilidad para mantener el equilibrio en los bordes estéticos del silencio.
Locura y belleza
19
de diciembre
2024