Las artísticas fuentes de hierro y el enigma de la 5ª fuente

06 de enero 2017

A finales del siglo XIX uno de los principales problemas de la ciudad estaba relacionado con la escasez de agua en las fuentes públicas y de sus condiciones higiénicas.

El abastecimiento de agua a las poblaciones siempre fue motivo de importancia y ocupó un lugar preferente entre las preocupaciones de los gobiernos locales.

Con el transcurso del tiempo las viejas conducciones de piedra resultaban inadecuadas para asegurar la salubridad del agua que llegaba a los consumidores debido a sus abundantes filtraciones, se hacía necesario renovar el abastecimiento público y las cañerías de hierro fundido aseguraban la potabilidad de las aguas.

Junto a las nuevas cañerías también se imponen nuevos modelos de fuentes, generalmente también de hierro fundido y ya no solo por una razón estética sino más bien por motivos higiénicos. Así, en 1857 sucumbe la fuente de la plaza de la Herrería y unos años después la ciudad luce cuatro hermosas fuentes de hierro fundido siguiendo modelos franceses, fuentes que aún hoy se conservan en nuestras plazas.

Es a petición del arquitecto municipal, Alejandro Rodríguez-Sesmero, quien en 1886 le envía un escrito al alcalde solicitándole la compra de las cuatro fuentes de hierro fundido que decoran la ciudad.

Se le propone al alcalde que las fuentes sean compradas en el extranjero y que se le encarguen al industrial don Antonio Sanjurjo Badía, propietario de la fundición "La Industriosa" de Vigo y con buenas relaciones con el extranjero, para la consecución de forma más rápida y económica.

Don Antonio Sanjurjo se pone en contacto con el señor Edmond Reichenbach, que será quien actúe como agente en París para la compra de las fuentes. Este contactará con la empresa Fundición de Arte del Valle de Osne y en conversación con el señor Sanjurjo se decide la compra de dos fuentes de hierro. Son embarcadas en el puerto de Amberes con destino al puerto de Vigo.

En una factura presentada por el señor Sanjurjo con fecha de agosto de 1887 conocemos que en su fábrica "La Industriosa", se habían realizado tres fuentes de hierro fundido completas e idénticas en el más mínimo detalle a las dos que habían venido de París.

A finales de febrero de 1887 el alcalde da cuenta al Ayuntamiento de la ejecución de una serie de obras en donde se incluyen la colocación de una fuente de hierro en la plaza de San Román (hoy Curros Enríquez), otra en la antigua plaza del Pescado (hoy de la Verdura), otra en la plaza de Méndez Núñez (hoy avenida de Santa María) y otra en la plaza de la Peregrina.

Y aquí tenemos uno de los enigmas que todavía siguen sin resolverse en nuestra ciudad, pues según las facturas se llegaron a adquirir cinco fuentes (dos a París y tres a La Industriosa), pero solo consta la colocación de cuatro fuentes de hierro fundido, y claro, la rumorología comenzó a circular entre la ciudadanía.

Parece ser que se dispuso colocar otra fuente en la plaza del nuevo mercado (hoy Valentín García Escudero), pero no se sabe con certeza si podría tratarse de la recolocación de alguna de las anteriores, ya que a lo largo del tiempo algunas fuentes cambiaron su emplazamiento y así una se trasladó a la plaza de Teucro y otra a la glorieta de Compostela.

A día de hoy tan solo se conservan las mencionadas cuatro fuentes, las únicas que han podido ver los pontevedreses, ya que nunca llegó a aparecer esa quinta fuente que solo sabemos de ella por los papeles.

Están ubicadas en los emplazamientos originales, si bien alguna en diferente lugar, pues la de la plaza de la Verdura antes estaba próxima a la Casa de la Luz y hoy está hacia la calle Sarmiento, y la de la Peregrina antes estaba en las escaleras de bajada a la plaza y hoy está en su parte posterior hacia Benito Corbal, la de Santa María no conozco ninguna fotografía que nos muestre su localización original y la de Curros Enríquez es la única que sí se puede constatar que se ubica en su emplazamiento original.

A diferencia de pasadas épocas, hoy su función es casi más ornamental que de servicio público, aunque siguen cumpliendo con su misión y hacer bueno el dicho coplero de: "Pontevedra é boa vila e dá de beber a quen pasa…"