27 de marzo 2024

"Gracias” empieza a ser una palabra proscrita en este mundo nuestro en que hemos desatado el ego para que nos vaya guardando el sitio.

 

Hay quien ve en el hecho de agradecer, un gesto de humillación ante el agradecido que, simplemente hace lo que tiene que hacer para servirnos; y con la misma mirada condescendiente, ve al que agradece como un pobre adulador.

Allá cada cual, si quiere retorcer el significado de una de las palabras más bonitas de nuestro idioma, por sonoridad, brevedad y significado.

 

Empezar el día dando las gracias a alguien o simplemente a la vida si hemos tenido la suerte de poder vivirla razonablemente bien, es un ejercicio que debería aconsejarse desde la Organización Mundial de la Salud.

 

Mis agradecimientos de hoy van para dos personas: Elisa Pereira y Julio Llamazares. Aunque especialmente, él me perdonará, para Elisa.

 

La primera vez que supe del proyecto profesional y personal de Elisa: La Plantación, fue a través de una red social.

 

No me podía creer que alguien, emprendiera la quijotesca aventura de organizar convivencias en las que el hilo conductor fuese el arte y la cultura. Que su negocio y su plan de vida fuese ofrecer a los demás la oportunidad de aprender, escuchar y dejarse cuidar, disfrutando de la buena mesa gallega, añadiendo a lo que suele ser una estancia habitual en un hotel rural, la posibilidad de asistir a un curso o taller. Esa es la singularidad y el motor del proyecto.

La llamé, en medio de las molestias de un postoperatorio que se complicó y, hablar con ella, su trato al teléfono, me hizo corroborar mi primera impresión: A Elisa hay que conocerla y apoyarla en todo lo que haga.

 

Me apunté entonces a uno de sus talleres, al que finalmente no pude acudir por complicaciones derivadas de aquel postoperatorio.

 

Volví a contactar con ella hace unas semanas y, sopesen lo que les cuento: se acordaba de mí después de tres años, y se acordaba además de la circunstancia que me había llevado a cancelar mi asistencia en la primera ocasión.

Elisa es rara avis. Dirige la Plantación con la ayuda de Armando, su pareja, aunque prácticamente todo el peso de la organización recae sobre ella, y lo lleva sin que se advierta el esfuerzo, pendiente de todo el que participa, ya sea ponente o alumno. 

Ella está tanto para decidir sobre un contenido, como para un bolígrafo perdido en el patio. Elisa es protagonismo cero, eficacia diez, aunque no le gusta especialmente que se lo digan.

 

Durante los días 15, 16 y 17 de este mes de marzo, organizó unas jornadas en la Casa Grande de Rosende en el municipio de Sober ( Ribeira Sacra) sobre la relación entre Literatura y Paisaje, que tuvo como principal ponente al escritor Julio Llamazares.

 

 Llamazares disertó durante tres días sobre cómo nuestra mirada al contemplar el paisaje, es la que en realidad lo conforma ya que, para cada persona, el paisaje que mira significa algo diferente. Partiendo de esa idea, inspirada por la frase de Joan Nogué: "Antes de la mirada del ser humano el paisaje solo era territorio” repasamos su trayectoria literaria y audiovisual; leímos, escribimos y, sobretodo, convivimos enriqueciéndonos unos de la presencia de los otros - veintidós alumnos- veintidós miradas curiosas, cómo nos definió Belén Varela, entre las que se encontraba ella misma con novela recién publicada: El cielo de los imperfectos

 

La profesionalidad de Elisa, el ambiente de compañerismo, la Casa Grande de Rosende, un ejemplo de restauración respetuosa llevada a cabo por su propietario, Manuel Vieitez- que ejerció además de amable cicerone-, la presencia de Mario Crecente, arquitecto experto en Patrimonio y Turismo, del alcalde de Sober, Luis Fernández, y de Nuria Rubial, profesora y artífice junto con su instituto, el Pablo Díaz de Boñar (León) de un precioso proyecto sobre la obra de Llamazares, contribuyeron a un fin de semana realmente enriquecedor.

 

La Casa Grande de Rosende, además de albergar los talleres, cursos y seminarios de La Plantación funciona también como Alojamiento Rural y escenario para eventos.

 

Elisa y Armando no han podido escoger mejor lugar para sus talleres. En la Casa encontraron inspiración escritoras como Elena Quiroga, cuya figura merecería un artículo entero, ya que ha sido injustamente olvidada por el gran público, pese a haber sido una de las primeras mujeres miembro de la Real Academia Española y premio Nadal de Literatura, y Dolores Redondo, autora superventas, quien ambientó allí su novela Todo esto te daré, ganadora del Premio Planeta 2016, libro que lleva impresa en su cubierta una foto de la casa.

 

De Julio Llamazares me quedo, además de con su novela "Distintasformasde mirar el agua", con un momento del Taller que ejemplifica, como el anterior de Elisa, su extraordinaria humildad y generosidad

más importantes, creo, que todo lo que ha escrito: el momento en que le tocó escuchar los relatos que nos había propuesto hacer. Lo hizo con verdadera atención como si él fuese el alumno, aplaudiendo el trabajo de todos y cada uno, como hicimos los demás.

 

Gracias a todos los que estuvisteis como compañeros, gracias Miguel, encargado de que la maquinaria de La Casa Grande de Rosende funcione a la perfección, por tu simpatía y por hacer tan bien tu trabajo y gracias Manuel, por recibirnos en tu casa y enseñárnosla.

Gracias también a Julio Llamazares, por poner su sabiduría a nuestro servicio, y hacerlo de corazón.

 

Pero sobretodo, gracias, Elisa, porque esa sororidad de la que tanto hablamos y escribimos, como mejor se demuestra es poniéndola en marcha, como has hecho tú y, desde ahí, desde el esfuerzo y el trabajo diario, ofrecernos, tanto a nosotras como a nuestros compañeros masculinos, un modelo de cultura y convivencia.

 

Tengan presente La Plantación si les gusta viajar aprendiendo.

Es el mejor botón de muestra de que otro tipo de "turismo rural" es, afortunadamente, posible.