El reciente anuncio del Ministerio del Interior de suplir la falta de guardias civiles en las zonas rurales con "avatares súper-realistas" de inteligencia artificial y "tótems interactivos" ha causado una conmoción en la sociedad española. Esta iniciativa, que pretende mejorar el servicio prestado a la ciudadanía, es una muestra más de cómo la Administración está perdiendo de vista lo que realmente importa: la seguridad y el bienestar de los ciudadanos.
La Guardia Civil es una institución emblemática en España, que ha construido su éxito y su consideración ciudadana a lo largo de los años gracias a valores fundamentales como la cercanía, el trato personalizado con la población y la presencia de sus agentes en todas las regiones del país. La idiosincrasia de esta fuerza de seguridad se basa en la confianza y la relación de proximidad con la comunidad a la que sirve; no en vano, después de 179 años de historia es considerada como una de las instituciones mejor valoradas. La idea de reemplazar a estos servidores públicos con avatares de IA es una estulticia y una afrenta a esta tradición y a los principios que han guiado a la Guardia Civil desde su fundación.
Es innegable que la falta de guardias civiles en las zonas rurales es un problema que debe ser abordado. Sin embargo, la solución propuesta por el Ministerio del Interior no es más que un parche inadecuado para un problema más profundo. En lugar de invertir en recursos humanos y materiales reales, se opta por la creación de una suerte de "fuerza policial virtual" que, por muy "súper-realista" que sea, no podrá igualar nunca la presencia física y el compromiso de un agente siempre dispuesto a cumplir con su vocación de servicio.
El verdadero problema subyacente es la deficiente valoración de las necesidades de seguridad que debe gestionar la Administración. Mientras se destinan recursos millonarios a proyectos como la promoción de las lenguas cooficiales en las Cortes Generales, se descuida la seguridad ciudadana, que debería ser una cuestión de máxima prioridad. La seguridad y el bienestar de los ciudadanos no pueden ser sacrificados en aras de objetivos políticos o culturales.
En lugar de gastar recursos en crear avatares de IA y tótems interactivos, el Gobierno debería enfocarse en el reclutamiento y formación de más guardias civiles, en proporcionarles los medios y las condiciones adecuadas para realizar su trabajo de manera efectiva y en fortalecer su presencia en las zonas rurales. Esto no solo mejoraría la seguridad de la ciudadanía, sino que también preservaría la esencia de la Guardia Civil como una institución cercana y comprometida con la comunidad.
En conclusión, la propuesta del Ministerio del Interior de suplir la falta de guardias civiles con avatares de IA y tótems interactivos es un enfoque equivocado que socava los valores y la esencia misma de la Guardia Civil. La seguridad de los ciudadanos debe ser una de las máximas prioridad de cualquier Gobierno, y en lugar de buscar soluciones tecnológicas de moda, es fundamental invertir en recursos humanos y materiales reales para garantizar la protección de la población en todas las regiones del país.