Gafas de culo de vaso

04 de diciembre 2024

Son, lamentablemente, la realidad cotidiana de una legión de miopes a los que quiero dedicar, sin un ápice de cinismo, esta pieza literaria o lo que usted desee que sea.

¿Por qué mencionar el culo del vaso? Sin duda porque las paredes del mismo son de inferior grosor y lo que interesa es subrayar el exagerado espesor de esos cristales, que deforman el aspecto de los ojos más bellos. Y no solo lo deforman, sino que lo dotan de un aura que deja en mal lugar la cualificación intelectual del oftálmicamente desfavorecido. Empiezo a navegar entre eufemismos porque no deseo naufragar en las desconsideraciones.

Todos conocemos a un ser humano o a una ser humana con ese tipo de mirada, desdibujada por el espesor de un cristal, adjetivada por una suerte de catalejo. Y si no es así, les facilito un modelo: el actor Javier Cámara en el papel de lugarteniente de Santiago Segura en "Torrente, el brazo tonto de la ley". Pintado como un panoli de barrio, esas gafas no tienen precio para completar el cuadro.

Decía Serrat: no es amarga la verdad, lo que no tiene es remedio. En cuanto al remedio, hoy en día, ya no hay dioptría que se resista a la cirugía, por lo que desconozco la razón de la persistencia de las gafas de culo de vaso o, más específicamente, de los usuarios de las mismas. Aunque ciertamente su número disminuye claramente. 

Y si somos poco dados a ponernos en manos de cirujanos, igual no porque desconfiemos (que desconfiamos) si no porque no queremos tentar la suerte (la mala suerte, se entiende), siempre podremos adquirir unas gafas con lentes asféricas, que no solo mejorarán nuestra visión ya que ofrecen mayor nitidez, sin distorsiones en la imagen, sino que ofrecen un aspecto del ojo mucho más natural en forma y tamaño visto desde fuera. Desde dentro no se puede ver, el propio ojo. De nada.

Pero no es la miopía, sino la hipermetropía, la que conduce a las gafas que más desproporcionados hacen parecer los ojos, debido a que sus lentes son mucho más gruesas en el centro.

Usted y yo sabemos que toda esta información seguramente está de más, que quien añade ciencia añade dolor, como se dice en la biblia, pero conviene conocer el origen de los detalles estéticos que nos horripilan.

¿He escrito "horripilan"? Es la señal para dejarlo así.