La presidenta de la comunidad de Madrid ha vuelto a representar una de esas escenificaciones intolerables suyas al enterarse de que el Gobierno prepara actos reivindicativos de nuestra memoria democrática por cumplirse cincuenta años de la muerte del dictador. Lo que se pretende es realizar una serie de homenajes a la memoria y a la democracia contra las cuatro décadas de poder tiránico por parte del régimen de Franco.
El problema es que el periodo dictatorial no se cerró con la muerte del genocida, que murió, recordemos, en la cama de un hospital con todos los cuidados posibles. Si añadimos, además, que la Transición no fue todo lo clara que debiera haber sido, con muchos puntos oscuros por esclarecer que nadie quiere tocar, el resultado es que el franquismo sigue vivo y amenazante en España.
Y si no cerramos esa fase de la historia tan tenebrosa, nunca avanzaremos como una democracia totalmente independiente. Pero lo tenemos muy complicado, seamos sinceros. Tenemos una derecha que no saluda la democracia de forma plena, que no acaba de zanjar sus lazos con aquel pasado del que proceden. Además, la ultraderecha amenaza con volver, y ya ha alcanzado poder suficiente como para no dejar que esa puerta se cierre definitivamente.
Por tanto, ¿qué esperamos? ¿Alguien cree que cualquier acto que celebre la muerte de un dictador y que honre a quienes sufrieron los horrores de un régimen fascista va a ser refrendado por la totalidad del Parlamento español? Pues no.
Es imposible, porque hay una parte importante que no quiere. Pero no por los argumentos que esgrimen, sino porque, en el fondo, no están de acuerdo con que la dictadura fuera lo que realmente fue, y continúan considerando aquel periodo como una etapa de reconstrucción, progreso y reconciliación.
Cómo será la cosa, que la única figura institucional que no ha sido elegida por los votos de la ciudadanía, la de la Jefatura del Estado, que fue nombrado directamente por el dictador, afirma que debemos aprender de un pasado que no debe repetirse.
Es decir, el Rey dando discursos a favor de la memoria y de los derechos humanos, y la derecha diciendo que el presidente ha enloquecido por querer llevar a la práctica lo que ha pedido el Jefe del Estado. España, camisa blanca...