Durante los últimos meses hemos podido ver como algunos políticos han expuesto las múltiples ventajas que, según ellos, suponen algunos de los grandes planes empresariales proyectados en nuestra comarca basándose únicamente en los posibles futuros beneficios empresariales, es decir, sin tener en cuenta aspectos medioambientales. A la par, otros políticos, abordan con indiferencia ciertos planes considerándolos "proyectos verdes sin rentabilidad económica" sin tan siquiera analizar esa última perspectiva.
Si bien podríamos hablar de distintos proyectos que serían tan beneficiosos para Pontevedra y que sepretende dejar en el cajón, como la renaturalización de los márgenesdel Lérez, el destape del RíoGafos o la senda verde a Barro, especialmente preocupantes son aquellos que previsiblemente si serán ejecutados como los parques eólicos que, si todo sigue lo previsto, acabarán cercando nuestra comarca. Es cierto que la energía eólica tiene muchas ventajas, como también lo es que en la inmensa mayoría de los casos se infravaloran las enormes desventajas que conlleva, llegando a omitir de los balances económicos las pérdidas millonarias que algunos de estos planes suponen en materia ecológica, de ahí el lema "Eólicas sí, pero no así".
Se debe partir de la base de que valorar un bien natural es un desafío complejo que además involucra no solo a economistas, sino también a expertos en medioambiente. La responsable de esta dificultad tiene un nombre y es VET, la Teoría del Valor Económico Total, la cual intenta aglutinar todos los aspectos, tangibles e intangibles, de un recurso natural en términos económicos.
La complejidad de estas valoraciones radica en la necesidad de atribuir un valor monetario a bienes que no se encuentran en el mercado convencional. No se trata sólo de poner un precio, que también, sino de poder cuantificar el valor que ese bien aporta al bienestar humano o al equilibrio del medioambiente. De lo anterior, la pregunta: ¿cómo medimos el valor de algo que no tiene precio?
Es complejo pero no imposible siempre y cuando se quiera hacer y para eso la VET establece distintos mecanismos. Por poner un ejemplo, resultaría muy difícil valorar económicamente los bosques de Galicia, sin embargo, la última campaña de promoción turística gallega mostraba como principal atractivo en su spot publicitario bosques y paisajes de ensueño, y ese dato, los ingresos procedentes del turismo, sí que lo conocemos. Pues bien, atendiendo a la VET, los bosques de Galicia valdrán, como mínimo, la cantidad que se recaude gracias a la promoción del "turismo verde". De la misma forma, la renaturalización de losmárgenesdelLérez,laampliacióndelpaseofluvialdelRíoGafosolasendaverdeaBarroque puede ser usada por los vecinos-as para practicar deporte, se rentabilizará a través, por ejemplo, del "coste" que el Sistema de Salud Público se ahorre en tratamientos para enfermedades relacionadas con el sedentarismo.
Como se puede apreciar en los ejemplos, los cálculos son complejos pero no por ello deben ser omitidos. La VET es una teoría extensa difícilmente abordable en un artículo, que rara vez se incluye en los programas de estudios de carreras universitarias como Economía o Empresariales y que sin duda es muy importante. La naturaleza y su incalculable valor intrínseco trasciende los límites de la economía convencional. Cuidémosla.