El show de Mauricio

06 de noviembre 2013

Hay personas que insisten en hacer el ridículo una y otra vez. No aprenden. Es el caso del anterior presidente granate. No se conforma con haber sido el peor dirigente de la historia del Pontevedra (y mira que los hubo malísimos), también es un pésimo comediante. Y digo esto porque su carta abierta me imagino que será una broma de las suyas, mala eso sí, pero broma al fin y al cabo.

Cuando leí su artículo, con título entre canción protesta y tema oficial de Operación Triunfo ("Que nadie calle mi voz"), comprendí inmediatamente que usted es un coñón (persona burlona o bromista). Una faceta que desconocía. Hubiera sido más apropiado encabezar el escrito con "El show de Mauricio", recomendando ser leído mientras suena la banda sonora de la serie británica protagonizada por Benny Hill.

Prefiero pensar así, pues si le tomamos en serio, encontraríamos ofensas muy graves a todo el granatismo e incluso a los pontevedreses en general. Pero, por suerte, no ofende el que quiere, sino el que puede. Y usted ha perdido todo crédito y prestigio cuando habla de la institución deportiva más importante de esta Boa Vila.

No obstante, sus mezquinas palabras merecen la repulsa de cualquiera que sienta amor o simpatía por el Pontevedra. No busca defenderse de lo que puede considerar críticas injustas, más bien sigue en su línea de arremeter contra todo y contra todos aquellos que no se apuntaron a su coro de palmeros.

Analizando su discurso, que habrá sido elaborado por alguien de su confianza, porque se me hace más raro verle a usted con una estilográfica en la mano que a Tarzán vestido de frac, podemos ver ya en el titular la primera incongruencia. Pide que nadie calle su voz, precisamente quien ha recorrido redacciones tratando de tapar la boca a quienes deberían gozar de total libertad para informar y opinar.

En este punto también es justo señalar que algunas direcciones de medios de comunicación le han ayudado a cerrar bocas, cuando no ha sido el propio periodista, quien por cobardía o verse beneficiado con su "amistad", se ha convertido en un palmero más. Cierto es que esta práctica la han llevado a cabo todos los presidentes que he conocido a lo largo de 22 años de profesión, con la excepción de Pedro Antonio Rivas Fontenla, a pesar de la gran influencia que tenía por su prestigio en el mundo periodístico. Todos sabemos quienes están alineados con el poder para mantener el puesto de trabajo, hoy en día un auténtico tesoro, y aquellos que jamás se han casado con nadie.

Mauricio Rodríguez se vende como el salvador del club. Hombre, si ha seguido mínimamente al Pontevedra en las tres últimas décadas, cosa que parece improbable por lo desorientado que está, el peligro de desaparición ha sido constante. Y siempre hubo alguien que dio el paso. Además, quien realmente reflota la entidad es aquel o aquellos que ponen el dinero para su viabilidad. En esta ocasión las gestiones de los políticos y luego los acreedores, que como siempre acaban pagando el pato. Usted la cartera la utiliza para presumir en restaurantes, pero cuando se trata del club, usa el monedero donde guarda los céntimos de la vuelta del supermercado.

El siguiente punto es uno de mis favoritos. Tiene ese toque misterioso de conspiración, de poderes ocultos. Rodríguez Boullosa es víctima de una interesante trama. Recuerden sus palabras, que parecerían sacadas de un relato épico, de no ser por los vulgarismos: "Aún a pesar que opciones de distinto signo gobernaban Concello y Diputación, este reto fue aceptado, siendo yo designado para conducir este desesperado intento de evitar la desaparición de este histórico club. Algo que yo no busqué, ni en principio acepté puesto que veía venir el marrón que me iba a caer encima, pero que al final no me quedó otra que asumir".

No me riñan por ser fantasioso, pero no puedo evitar imaginarme a Lores y Louzán en una sala del Parador, con los revólveres encima de la mesa, pidiéndole "amablemente" al señor Rodríguez que asuma la presidencia granate. "Venga, Mauricio, acepta o de lo contrario haremos que parezca un accidente".

Ahora en serio, si hubo algún tipo de presión que atentara contra su libertad, debería denunciarla. De no haberla, alcalde y presidente provincial tienen que despejar cualquier duda sobre su forma de actuar en aquella crisis. El único dato objetivo es que al "obligado", coincidiendo con su etapa en el cargo, no le ha ido mal en sus negocios personales.

Coincido con usted en la "nula colaboración y zancadillas" del máximo accionista, práctica que siempre dominó, incluso durante sus años al frente de la entidad. Maquinador en la oscuridad, experto en juego subterráneo y fiel discípulo de Pío Cabanillas en aquello de cambiar de chaqueta, no me cabe la menor duda de que trató de hacerle la vida imposible y, por ende, dificultar la recuperación del club.

Y dejo para el final lo más sangrante. No tiene perdón, ni en la tierra ni en el cielo, que un expresidente y hoy día consejero de la entidad insulte gravemente a los aficionados. Cada segundo que pasa usted en el cargo es una provocación, no sólo por su parte, también por la de aquellos grandes accionistas que tienen poder de decisión y no mueven un dedo. Por lo que parece, están de acuerdo y bendicen sus deleznables adjetivos contra las peñas.

La hinchada pontevedresa tiene el orgullo de no haber provocado altercados de gravedad, salvo que entienda como tales algunas salidas de tono por parte de personas concretas en momentos puntuales. Si repasamos la hemeroteca, pocos incidentes encontrará de nuestra afición, en ningún caso de extrema importancia. Sin embargo, usted ha superado todos los registros en dos años para ensuciar a nuestra histórica institución. Ha faltado al respeto a los seguidores del Villalonga, Alondras, Compostela, a los afectados por las "preferentes, a los jugadores, a los empleados del club⿦ En estos dos últimos casos con actuaciones que podían animar a Francis Ford Coppola a realizar la cuarta entrega de la saga "El Padrino".

Tal y como lo pinta, los turistas tendrán miedo de venir a nuestra hermosa villa. Imagínense contemplando la belleza de las Ruinas de Santo Domingo y de repente llegan a galope por Montero Ríos hordas de salvajes radicales de las peñas granates bajo el mando del despiadado José Antonio Millán, que según dicen logró su poder tras hacer un "pacto accionarial" con el mismísimo señor de los infiernos. No sean masoquistas y eviten incluir al sanguinario Alberto Argibay cabalgando en vanguardia. Para hacerse caquita sólo de pensarlo.

Aunque a mi lo que realmente me tiene atemorizado es encontrarme en una callejuela oscura con Ramiro Espiño. Ya sé que de musculatura anda justito desde que aparcó la práctica del balonmano, pero un tipo "resentido" en posesión de una pluma es una máquina de matar. "Despide a Milo y ficha a Mourinho o te la clavo", le exigía a Mauricio el periodista que quería ser presidente en lugar del presidente. Menos mal que no le hizo caso, miren como dejó el portugués al Real Madrid. Bueno, es verdad que habrá que esperar a que se marche Abelleira para ver como queda el Pontevedra.

No se rían, no es broma. Se han dado casos de presidentes de clubes de fútbol asesinados por periodistas con un BIC naranja (el modelo cristal no es recomendable, suele encasquillarse).

En fin, el maestro y amigo Ramiro, ha dado otra prueba de honestidad profesional publicando su carta. Y, sobre todo, una lección de civismo, educación y paciencia, no respondiéndole como seguramente le pedía el cuerpo.

Un servidor, sin embargo, tiene el defecto de usar muy poco la opción de lo políticamente correcto. A las cosas hay que llamarlas por su nombre y la verdad debe ser contada, por muy cruel o inapropiada que parezca. Y no es fácil, porque el precio a pagar es alto cuando tocas a los que ostentan algún poder. Pero siempre quedarán empresas independientes como esta "santa casa", plumas valientes y aficionados dispuestos a salir malparados en defensa de su club.

Siempre creí en los héroes que todos llevamos dentro y sacamos para ayudar a los demás o luchar por un interés común, pero no en aquellos que, como Mauricio, llegan volando, con capa y calzoncillo rojo por encima del pantalón (¡que horror!), abusando de su poder, a veces acompañados por un Robin de tres al cuarto.

Háganos un favor y váyase de ese Pontevedra al que llegó obligado, según apunta usted mismo. Es más, hágase el favor a si mismo y a los que le quieren.