El Pontevedra se tiene que exigir más

01 de septiembre 2014

Arrancar la Liga en campo ajeno con un triunfo, aunque fuera sufrido y sin brillo, fortalece a una plantilla obligada a lograr la primera plaza. Quedaba rubricar la faena en casa para dejar claro a seguidores y rivales que la inversión ha sido buena, que el primer puesto tiene firme candidato desde el principio. Y también lo consiguieron los granates, igualmente con un juego todavía inconsistente, pero con la efectividad que requieren los números, a la postre quienes pondrán a cada uno en su lugar.

Es cierto que ayuda inaugurar el marcador a poco de comenzar a rodar el esférico, como también que el adversario no ofrezca alternativas al plan establecido de aguantar el empate y rezar para que suene la flauta. Siendo superior, por calidad y porque el Bergantiños anda justito de fútbol, a la escuadra pontevedresa le faltó controlar el encuentro, mandar en el centro del campo y llevar peligro por las bandas, además de permitir alguna que otra aproximación visitante que pudo complicar la consecución de los tres puntos.

Este Pontevedra tiene mimbres, si bien algunos jugadores todavía no han dado muestras de su valía, pero sobre todo falta una sustancial mejora como equipo, que esperemos den las jornadas y el regreso de los lesionados. Jacobo y luego Fandiño, tras su salida desde el banquillo, fueron los que ofrecieron un mayor rendimiento, especialmente el último, elevando el nivel asociativo de todo el conjunto y sacando jugo al costado derecho.

Resultado justo y seis puntos que alejan los fantasmas de la pasada campaña, en la que el cuadro lerezano dio a sus contrincantes una ventaja de puntos que le hizo sufrir lo indecible hasta el último suspiro de la competición liguera para meterse en la fase decisiva.

La semana también nos dejó la presentación del primer equipo, cuentan las crónicas que casi la mejor de la larga historia granate. Pocos podrán desmentirlo, pues no estaban allí para verlo. Muy a su pesar, probablemente. A alguien se le ocurrió la feliz idea de mandar el aviso con menos de 24 horas de antelación y los medios de comunicación escritos no pudieron reflejarlo como es habitual, incluso con días o semanas de margen.

Menos mal que a esas horas la Herrería tiene bastante ambiente, lo que sumado a los chavales de las categorías inferiores, avisados por whatsapp el día anterior e incluso sin opción de cambiar la hora de entrenamiento, permitió que entre cien y doscientos privilegiados disfrutaran del gran evento. Tuve la suerte de encontrarme entre ellos, aunque reconozco que me pilló a traición. Pasaba por allí, como diría Aute, y aunque todo apuntaba a un concierto del grupo Quatro D'Abril, resultó que amenizaban los prolegómenos de la puesta de largo del Pontevedra.

Dos niños llevaron la batuta de la presentación y desarrollo del evento. Sin comentarios. Hubo algún turista que pensó que se trataba de un equipo de chavales, sin caer en la cuenta que era un club profesional. Y como traca final, turno para los consejeros y guinda al pastel con la presidenta a golpe de bombo y platillos, con loa incluida del jovencísimo conductor del acto. Hubo un abucheo y dos silbidos, lo que no se notaría de no ser porque había cuatro gatos y curiosamente los aplausos fueron más débiles comparados con los recibidos por el resto de protagonistas de la tarde.

Pero todo esto no pasa de anécdota, quizás salvo el feo de no permitir a la afición estar presente avisándola con el debido tiempo. Lo que realmente tiene miga son aquellos detalles que reflejan una vez más lo que se cuece en la casa granate. Del Consejo de Administración acudieron todos los "adictos". No estaban Argibay y Millán. Qué casualidad. Los que no son de la cuerda de la máxima dirigente.
Su ausencia es una forma de expresión, pero sería mejor que fuera acompañada de palabras. El que calla, otorga, y ambos se han autoimpuesto la mordaza. Una decepción, pues antes de sentarse en el sillón no tenían reparos en decir lo que se hacía mal. Para estar así, mejor sería irse, porque de los que dicen amén a todo ya hay de sobra. Y tampoco es de recibo estar donde te ningunean.

Otra cosa más llamó la atención. En las fotos de cualquier plantilla, el primer entrenador ocupa el centro junto al presidente. En esta ocasión, dicho lugar era para la presidenta, pero el míster estaba en una de las esquinas. Si era porque en caso de destitución se le podría quitar recortando la fotografía, decirles que con los avances informáticos, en un plis plas donde sale Manu se pone la cara de Luisito, o el que venga, que por no darme la razón lo borran de la lista de candidatos y traen a otro.

En fin, lo positivo es que no se derrochó dinero y los que dirigen este barco tuvieron su minuto de gloria. Fue un evento muy humilde, incluso en asistencia de público. El próximo año estén atentos. La presentación será secreta y sólo al alcance de los que estén por el lugar elegido a la hora que les dé la gana. Si le sonríe la fortuna, puede que sea de los agraciados.

Nos vemos en Ribadeo.