El mal también bebe cerveza (y 43) (Final anticipated with forgiveness)

14 de febrero 2017
Actualizada: 18 de junio 2024

Me llamo NIcanor Espesura Robles, soy periodista y hasta hace muy poco tiempo trabajaba en el periódico 'El Caso'. Supongo que muchos de los que se asoman por estas páginas les sonará mi nombre gracias a esa novela que se ha ido ofreciendo por entregas en este entrañable periódico gallego titulada 'El mal también bebe cerveza'.

Para aquellos que no me ubiquen les contaré que conocí personalmente a un par de personas que andaban metidas en un buen lío y que desde aquel día, mas movido por mis ínfulas literarias que por cualquier otra cosa, decidí embarcarme en su causa y aprovechar la experiencia para novelarla. La verdad es que los tipos eran de una catadura sui generis, sobre todo uno de ellos, el que digamos hacia de líder, un tal K., un exmilitante de izquierdas con oficio de poeta, aunque en realidad nunca ejerció como tal, pues tuvo diferentes oficios o dedicaciones que poco tenían que ver con ese arte, y que en la actualidad se dedicaba para sobrevivir, junto a su socio Baldomnero, haciendo pequeños trabajos tan ingratos como disparatados, en algunos casos ciertamente peligrosos, a los vecinos de su barrio.

Nos metimos en una sórdida historia cuya motivación era más altruista que cualquier otra cosa. Cada uno la aprovechó a su manera, ajustada a su personalidad y a su forma de vivir la vida o dignificarla o hacerla algo comprensible, pero en definitiva era un asunto que poco o nada tenía que ver con lo monetario y sí con lo sentimental.

Mientras yo vivía con ellos algunas peripecias del relato, entrevistaba a vecinos o conocidos o a estos dos protagonistas por separado y también ficcionaba los detalles necesarios para encajar la novela, ellos navegaban en la historia con sus propios fantasmas personales; Baldomero con su pragmatismo castizo y su lealtad inquebrantable a la amistad y K. con su desesperación y su particular visión quijotesca de la sociedad. Incluso aquellos personajes secundarios rodaban por cauces similares anteponiendo solidaridad y corporativismo vecinal a la mera especulación interesada.

Ha sido una experiencia muy placentera en la que, además, he hecho unos buenos amigos. Lo único negativo es que perdí mi puesto de trabajo en el periódico, pero lo doy por bueno y hasta casi me ayudó para rematar esta novela tan vivida, mi primera novela, por cierto.

Y aquí viene lo que desde el principio les quería decir, amigos lectores, y que seguramente a muchos les hará muy poca gracia. El caso es que pensé que no era buena idea entregar esta novela en su totalidad, ya que perdería mucho sentido su publicación en formato libro o comercial. Mi situación económica es mala, máxime con mi despido de 'El Caso't;, y si tengo posibilidad alguna de resarcirme de mis fatigas para dar forma a 'El mal también bebe cerveza' es publicándola debidamente. Habrá muchos que me dediquen improperios por esta suspensión fulgurante, y muchos que no me van a leer aunque esta novela esté impresa, pero tanto a unos como a otros tengo que decirles que un escritor, por novel que sea como es mi caso, necesita del puñetero dinero como cualquier hijo de vecino para poder sobrevivir. Me gustaría ser de otra manera de la misma forma que el mecánico que nos repara el coche se negara en rotundo a pasarnos la factura. Pido disculpas a todos mis lectores y, si puede ser, que hagan el esfuerzo de comprar mi novela.

No podía olvidar mencionar mi agradecimiento a Manu González Carrasco, habitual narrador semanal en este periódico, que gentilmente me cedió su hueco estos últimos meses para que fuera publicando estas 42 entregas.

Salud, amor y suerte, amigos lectores, y no os olvidéis de este nuevo escritor. Muchas gracias.