Eduardo Dapena Lis ‘Cholo’, el “dios granate” que le tocó la cara a Di Stéfano

28 de marzo 2022
Actualizada: 18 de junio 2024

No quisiera olvidarme de tantas leyendas que ya no están, pero que nos siguen desde allá arriba, entre ellas, así a bote pronto, me vienen a la memoria, junto al “Gran Capitán”, Vallejo, Ceresuela, Héctor Rial, Cobo, Antonio, Azcueta, Yosu, Iglesias, Norat, Castro Ruibal, la señora Lola, o los expresidentes Miguel Domínguez Rodríguez, Miguel Otero y Ángel Agrasar… ¡Dios, qué equipazo tenemos en el cielo!

Solo los más grandes pueden darle una bofetada a un ‘dios” y en su casa, salvo que se sea otro ‘dios’. Eso hizo Cholo mediados los años 60 en el Santiago Bernabeu. El entrenador le había mandado seguir y secar a la leyenda merengue, Alfredo Di Stéfano, y Cholo se lo tomó muy a pecho. Cansado de verlo hasta en la sopa, Don Alfredo aprovechó que el árbitro miraba hacia otra parte para darle un cabezazo a lo que Don Eduardo, ni corto ni perezoso, respondió con una bofetada. Nadie se había atrevido a tanto en un ‘Chamartín’ lleno, quizás por eso el árbitro, terrenal, al fin y al cabo, decidió no meterse en medio de una disputa de “dioses”.

Y es que eso fue y será siempre Cholo para el granatismo, para su Pontevedra, que con él al frente en el terreno de juego y en el vestuario, pasó del abismo de Tercera División hasta una Primera imposible para los modestos pero que hicieron realidad unos gigantes en lo personal y en lo deportivo.

Más de 300 partidos oficiales con la camiseta granate (el que más en la historia), más de 100 de ellos en Primera División durante los 6 años en los que el club disfrutó de la máxima categoría. A medida que se iban subiendo peldaños se ponía en duda su valía y se buscaban sustitutos, pero siempre acababa jugando él, dando ejemplo de carácter y espíritu de superación.

Aquel Pontevedra, al que, aún siendo muy pequeño tuve la oportunidad de ver y del que me enamoré perdidamente, era fiel reflejo de su capitán. Nunca se daba por vencido. No olvidemos que la gesta granate adquiere mayor relevancia en unos tiempos en los que solo eran 16 los equipos que militaban en la máxima categoría y que en todo el cuadrante noroeste de España, desde Cantabria hasta Extremadura pasando por Madrid que marcaba el límite, los granates eran el único equipo que competía con los más grandes.

Muchas veces conté que ese Pontevedra me ganó de muy niño cuando cada fin de semana que jugaba en Pasarón se concentraba en el hotel balneario de Cuntis, donde trabajaba de telefonista mi tía Lola. Mi otro tío materno, Miro, tuvo la culpa de mi conversión al credo granate, trayéndome cada día de partido, así lloviese o tronase, en su vespa, para sentarnos en la fila 7, asiento 93 de la grada de Preferencia.

Y claro, utilizando las influencias de mi tía, os podéis imaginar que cada sábado esperaba con ojos de plato a esos ídolos, encabezados por Cholo, quien además me regaló y se encargó de que todos sus compañeros firmasen una foto del equipo, en blanco y negro, que por desgracia debe andar extraviada por mi casa del pueblo, pese a que la he buscado hasta la saciedad. En esa foto, que llevaba a la escuela cada día y me hacía ser la envidia de mis amiguitos, no me digáis por qué, pero mi primera mirada siempre era para buscar a Cholo y su dedicatoria.

Ni qué decir tiene que para los niños del pueblo, era un sueño cuando aquellos fenómenos a los que admirábamos se acercaban a la finca del hotel donde jugábamos con una pelota, nos poníamos sus nombres, y ellos hasta nos daban unos pases, metiéndose en el partidillo. Eran de este mundo, terrenales, nada engreídos, muy lejos de los divos actuales.

No voy a extenderme más, ni a contar historias ya conocidas de todos. Lo de la portada del Pravda, no sé si fue real, pero que nadie me diga que no lo fue, porque, sin violencia, eso sí, estoy dispuesto a tocarle la cara como el gran Cholo le hizo a Di Stéfano, que lo de uno se defiende contra todo y contra todos, y para defender al Pontevedra nadie mejor que Cholo y su ejemplo.

Este domingo perdimos al Gran Capitán, el Presidente de Honor, a una persona inigualable, un ejemplo al que su equipo quiso honrar ganando al líder y haciéndolo fiel al estilo de Cholo y conforme lo dicta la letra del himno granate: “Pontevedra, Pontevedra, el equipo del tesón, cuenta siempre en sus campañas con la mejor afición. Con su juego de conjunto y su empuje arrollador…”.

No quisiera olvidarme de tantas leyendas que ya no están, pero que nos siguen desde allá arriba, entre ellas, así a bote pronto, me vienen a la memoria, junto al “Gran Capitán”, Vallejo, Ceresuela, Héctor Rial, Cobo, Antonio, Azcueta, Yosu, Iglesias, Norat, Castro Ruibal, la señora Lola, o los expresidentes Miguel Domínguez Rodríguez, Miguel Otero y Ángel Agrasar… ¡Dios, qué equipazo tenemos en el cielo!