El cuello de cisne y el cuello de pollo

25 de diciembre 2024

Llegado a una cierta edad, el ser humano empieza a deteriorarse físicamente hasta acabar hecho una mierda.

Tal vez exista alguna manera más delicada de explicarlo. Tal vez sería mejor decir que el ser humano empieza a deteriorarse muy temprano, una vez ha completado de todo su desarrollo físico, que a partir de entonces todo va cuesta abajo y que cuesta abajo, como suele decirse, todos los santos ayudan.

Lo cierto es que, tarde o termprano, las arrugas van a aparecer en nuestro rostro. Podemos retrasar ese momento con medidas preventivas: cremas solares, cremas hidratantes, cremas mágicas de esas que venden a precio de escándalo... pero va a ser muy complicado que nuestro cuello no delate nuestra verdadera edad. Aún en el caso de que la combinación de los elementos paliativos citados anteriormente con una genética privilegiada nos ayuden a mostrar un aspecto más juvenil que el que predica nuestro dni, no podremos sortear la delatora argumentación de nuestro pellejo del cuello.

Ahí es cuando empezamos a comprender la querencia de nuestros mayores por los suéteres de cuello de cisne, una moda incomprensible en nuestra juventud: se trataba de ocultar el cuello de pollo. Igual que el uso de pañuelos y pañoletas y de otros aditamentos para abrigar esa zona de miradas indiscretas.

Dicen que el sol es enemigo del cuello: cuando los rayos ultravioleta llegan a la dermis, la capa interna de la piel, y dañan las células que producen colágeno y elastina, estamos perdidos. El colágeno es una proteína esencial para mantener la firmeza de la piel y la elastina hace que la piel recupere su forma original después de un estiramiento. La dermis del cuello tiende a ser más fina que la de otras partes del cuerpo. O sea, que todo parece pensado para que sea casi imposible librarse del cuello de pollo.

En fin, que uno lleva media vida rebozándose de crema solar por aquello de no acabar con pinta de camarón al final de la jornada playera y resulta que donde primero había que echar era en el cuello.

¡Si era lo único que no se te ponía rojo si no te echabas crema! Nada, que el próximo verano voy a llevar un bote de protección para el cuello y otro para el resto del cuerpo.