Cuando fuimos los mejores

05 de mayo 2022
Actualizada: 18 de junio 2024

El programa israelí "Pegasus", escapa a las reglas y controles del derecho internacional como al derecho tributario paraísos como Panamá o Islas Vírgenes; lejos quedan aquellos superespías de película, que se infiltraban con identidades falsas dispuestos a arriesgar su vida por obtener testimonios útiles, y más lejos aún, la tupida red de informadores que ayudaron a que ésta maltrecha tierra, ganase la Guerra de Independencia

El programa israelí "Pegasus", escapa a las reglas y controles del derecho internacional como al derecho tributario paraísos como Panamá o Islas Vírgenes; lejos quedan aquellos superespías de película, que se infiltraban con identidades falsas dispuestos a arriesgar su vida por obtener testimonios útiles, y más lejos aún, la tupida red de informadores que ayudaron a que ésta maltrecha tierra, ganase la Guerra de Independencia. También podría remontarse uno a repasar los libros de cuentas de las guerras en Flandes, para leer los ducados destinados a espías.

Pero en este país desmemoriado, nadie se acuerda ya de Domingo Badía, que se infiltró en casi todos los países árabes; de Margarita Ruiz de Lihory, infiltrada en tierras del Rif y que salvaría la vida, en dos ocasiones, a un General apellidado Franco; de Melinche, la india nahua, que ayudó a Hernán Cortés en la conquista de México; o el artista de las letras, Quevedo, que en pleno Siglo de Oro y entre la ambición de los grandes nobles, ejerció de espía en Génova.

Tampoco se acuerda el público de otros más cercanos en el tiempo, como Antonio Camazón, que formó parte del equipo secreto que descodificó "Enigma" oJoan Pujol, doble agente clave en el éxito del desembarco de Normandía. Porque hubo un tiempo en la historia que, en el espionaje, también fuimos los mejores.

El pasado lunes, el Gobierno convocó una rueda de prensa para explicar que el presidente y la ministra de defensa, habían sido espiados. Y aquí subyace un problema grave para todos, porque venga de donde venga este ataque, es un acto grave de agresión a la seguridad nacional; y dejando a un lado la imaginación de la oposición, los cotilleos por la coincidencia del espionaje con el momento de los indultos a los políticos catalanes y las tensiones conMarruecos, lo que nos debe preocupar es si realmente estamos en buenas manos.

En mi caso personal, he de decir que no tengo una vida tan apasionante como la del presidente, ni una agenda tan ocupada como la ministra, pero seguramente entre los más de 47 millones de españoles haya muchos a los que su información les guste tenerla reservada, asumiendo que un teléfono con acceso a internet, es como tener la puerta de nuestra casa abierta.

Ante este atropello, y en vistas de semanas de observar cómo se prostituyen las palabras y volver a contemplar otro debate del –Y tú más, mi pobre e indocumentado consejo es, que se deben investigar las cosas a conciencia ypracticar con cuidado la autopsia a nuestro servicio secreto,no vayamos a descubrir lo que sería realmente grave, y es, revelar que nos espiamos a nosotros mismos. El británico Arnold Toynbee dejó una frase para la historia "La mayor parte de las civilizaciones que han desaparecido se debió a fallos de información. Si un Estado quiere sobrevivir, debe estar bien informado."