Son casi las 12 de la noche y el restaurante está a punto de cerrar. La cena con tu grupo de amigas-os ha ido de maravilla: habéis comido de lujo, os habéis reído sin parar… en definitiva, habéis disfrutado de la cena y de vuestra compañía.
Se acerca el camarero con la cuenta, y muy amablemente os indica que justo debajo de la cantidad total, el ticket incluye la cifra que resulta de la división de dicha cantidad entre los comensales (a partes iguales) de forma que sea más fácil saber cuánto hay que pagar por persona. Tú ibas a proponer que cada uno pagase lo suyo, porque crees que es más justo, sin embargo, valoras el gesto amable del camarero que os ha indicado la cantidad por persona y además está dispuesto a pasar 7 tarjetas por su datáfono para pagar una misma cuenta con la cantidad de tiempo que eso supone, por lo que aceptas que todos paguéis una cantidad igual.
Vuelves a casa pensando en por qué cada vez más restaurantes incluyen en su ticket esa división…y te preguntas ¿será una estrategia comercial?
La respuestas es SÍ! Un sí rotundo.
Como la Justicia, de la que hablábamos antes, es un concepto abstracto, vamos a abordar esta situación desde el punto de vista económico (será ameno).
Hay muchos experimentos sociales al respecto que concluyen lo mismo: cuando la cuenta se reparte a partes iguales, sea justo o no, todos los individuos acaban gastando más y de ahí que cada vez más establecimientos faciliten esta forma de pago.
El porqué de esta situación se explica atendiendo a un concepto que, como siempre insiste Belén Fernández, profesora en la USC, hay que tener muy en cuenta en microeconomía y es el riesgo, y en concreto, la aversión al riesgo. Esa aversión que nos lleva a contratar seguros para nuestra vivienda o incluso seguros de vida, y que de hecho incrementa cada año los beneficios de las principales compañías aseguradoras.
Cuando un sujeto sabe que la cuenta se va a pagar a partes iguales, bien sea porque es costumbre del establecimiento o del grupo con el que se mueve, tiende a percibir ese riesgo asumido (riesgo a la pérdida patrimonial asociada al gasto que va a hacer) como menor, lo que le hace tomar decisiones más "irracionales" haciendo así que finalmente ese gasto sea mayor.
Si un sujeto sabe a priori que va a pagar lo suyo, tiene muy fácil saber cuánto va a gastar pues puede ir sumando las cantidades en función de lo que vaya pidiendo siendo así plenamente consciente de la cantidad final. Por el contrario, si lo que va a pagar depende también de las decisiones de otros sujetos (pues la cuenta se divide a partes iguales) esa cantidad deja de ser una realidad tan palpable y por tanto el riesgo que va asociado también, además de ser infravalorado pues ese riesgo será asumido entre todo el grupo. Además este caso es particular puesto que la contrapartida de asumir un riesgo mayor (si bien tiene como consecuencia una perdida patrimonial mayor, ya que la cuenta será más elevada) va acompañada de un refuerzo tan positivo como la comida y bebida disminuyendo aún más cualquier atisbo de racionalidad.
En definitiva, estas fiestas, paguen a partes iguales sólo si el establecimiento es suyo.
¡Felices Fiestas!