30 de marzo 2024

La reciente ley dirigida a la relación humanos y animales supone, aunque no tenga el pleno aplauso de todos los implicados racionales, una ley muy completa y de alcance considerable al trasladar su ámbito a cualquier animal en cualquier situación de su vida en que se relacione con el hombre por razones afectivas, como las mascotas, o laborales.

Pero esta ley y sus disposiciones en su mayor parte hecha para mascotas debiera complementar las ordenanzas y sus sanciones con iniciativas de compromiso social, que refuercen el trabajo de calle para que los desconocedores y/o reticentes no se encuentren solos con el fin de que hallen un cumplimiento fácil, ameno y recompensado.

Incluiríamos aquí reuniones de barrio, cuotas voluntarias cuasi simbólicas, charlas veterinarias, recintos cerrados, distribución de pienso por ayuntamientos, ayudas a intervenciones de curación y paliativas, incineraciones, columbarios, concursos de adiestramiento… todo ello tutelado por ayuntamientos y entidades o grupos que reconozcan la inmensa labor de acompañamiento, detecciones varias de tumores, localización de explosivos y drogas y, sobre todo, esa entrega leal única que hacen del mundo del perro uno de los lugares más sinceros si al entrar en él sabemos apreciar su valía.