Alivio ahora; análisis después

14 de mayo 2018
Actualizada: 18 de junio 2024

No lo vi claro hasta que se anunciaron solo dos minutos de descuento. En ese instante me quite la costra de angustia y preocupación que me recubría cual vaina de “la invasión de los ultracuerpos” y arrojé la amenaza del descenso por la ventana para que se hiciera mil pedazos contra el duro y manchado suelo de la calle Cruz Roja

No lo vi claro hasta que se anunciaron solo dos minutos de descuento.

En ese instante me quite la costra de angustia y preocupación que me recubría cual vaina de “la invasión de los ultracuerpos” y arrojé la amenaza del descenso por la ventana para que se hiciera mil pedazos contra el duro y manchado suelo de la calle Cruz Roja.

Sonó el silbato del árbitro indicando el final y esa sensación de alivio solo producida cuando una especie de nudo invisible que te atenaza el corazón se deshace como por ensalmo provocó que me lanzase sobre el sofá de mi pequeña sala poniendo a prueba todos los muelles que mi baqueteado mueble todavía conserva en su interior.

Precisamente habíamos salvado eso, los muebles, con esa victoria (tercera en los últimos cuatro desplazamientos, quien lo iba a decir) lograda en Majadahonda ante el filial del Atlético de Madrid.

La temporada (malísima desde cualquier perspectiva desde la que se la analice) había terminado en fuerte decepción y no en drama deportivo en forma de descenso.

Tras unos días de lógico descanso para aquellos que rigen la entidad granate, tocará después analizar y tratar de aprender de los errores cometidos en esta temporada 17/18 en la que se partió con la idea de volver a meterse en fase de ascenso y en la que todo ha salido al revés prácticamente desde el día que fuimos eliminados en Murcia en la vuelta de la primera eliminatoria de play off.

Será el momento, en consecuencia, de tratar de buscar las razones del porqué tras catorce fichajes hechos en verano nos sobran dedos de una mano para contar aquellos que han dado un rendimiento aceptable.

Habrá que meditar igualmente si la pretemporada efectuada hace casi un año no resultó demasiado corta (apenas 32 días antes del comienzo de Liga, sabiendo además el aluvión de nuevos jugadores que tendrían que llegar) y con una planificación muy discutible que incluyó un encuentro frente al Deportivo que venía mucho más rodado mientras los nuestros apenas llevaban una semana ejercitándose (en ese Luis Otero muy tempranero hubo más de un jugador granate que se vio obligado a jugar los noventa minutos).

Es verdad que el Luis Otero y el Ciudad de Pontevedra exigen buenos rivales enfrente y que esos rivales tienen determinadas fechas libres pero a veces también es bueno pararse a pensar si un partido de ese nivel con solo cuatro o cinco entrenamientos en las piernas no producen más perjuicios que beneficios.

Todavía recuerdo el primer partido en casa frente al Rápido en el que cuatro o cinco piezas llamadas a ser básicas para el equipo veían el choque desde la Tribuna aquejados de diferentes molestias físicas.

Es el momento de pensar igualmente si cuando un entrenador se declara incapaz para dirigir a un grupo y presenta su dimisión no habría resultado más lógico aceptársela y no dilatar más en el tiempo una situación que se fue pudriendo y que terminó “como el rosario de la aurora” y con el equipo bastante más hundido que un mes y medio atrás.

No estaría mal analizar también si resulta de recibo que el primer entrenador del equipo y que accedió al cargo en el mes de Enero no haya tenido un acto de presentación oficial que le revistiera de la autoridad mínima y suficiente para con aquellos a los que tendría que dirigir todos los días para tratar de salvar al buque de un hundimiento que en algunos momentos llegó a parecer irremediable.

Seguro que habrá tiempo para pensar si esa política de contratar jugadores por una sola temporada (política que pareció quebrarse no solo en el mercado de invierno sino también con el último fichaje de verano, Jesús Berrocal) volverá a instalarse en la próxima temporada o no; pero que en cualquier caso (sea cual sea la estrategia del club en cuanto a la duración de los contratos) se deberían tomar las medidas oportunas para qué casos como el de Loureiro no vuelva a suceder y chavales que han aparecido este año asumiendo un protagonismo y una presión mucha mayor de la que se podía esperar como los hermanos Barbeito o David Castro queden ligados a la entidad de forma que en caso de marcharse en el futuro lo hagan a cambio de una contraprestación económica que endulce su hipotética marcha y le sirva al Pontevedra para seguir creyendo en la cantera.

Por último, tampoco vendría mal una reflexión sobre la forma de “vender” el producto llamado Pontevedra CF entre sus aficionados.

La temporada pasada fue muy buena. Se logró una clasificación muy meritoria para el play off y el aspecto del campo frente al Murcia era maravilloso.

Lejos de aprovechar ese efecto y tratar de enganchar a más gente a esta aventura, los abonos de esta temporada que ayer terminó volvieron a salir tarde y como a escondidas el Domingo más caluroso del mes de Julio a través de internet.

Al margen de estas reflexiones, lo cierto es que ayer el Pontevedra CF evitó un desastre deportivo de gran envergadura y todos a los que el club nos duele en mayor o menor medida hemos respirado como hacía muchos meses que no lo hacíamos.

En breve empezará a perfilarse otro proyecto del que todavía no sabemos sus aspiraciones pero que a buen seguro volverá a movilizar a mucha gente que tiene a su “pontevedriña” como algo sagrado y muy importante.

Ojalá la temporada 18/19 sea exitosa y todo ruede cuesta abajo.

La que por fin ha terminado ayer ha resultado ser una pesadilla de la que nos hemos despertado a tiempo.