Para quienes pasamos un tiempo considerable de nuestra vida en la red, estamos acostumbrados a lidiar con ciertos…problemas.
Anuncios, webs que no quieren ir, personas que van por las redes sociales creyéndose los portadores de la verdad absoluta y, los grandes odiados: los spoilers.
No es la primera vez que utilizo este término en estos artículos y doy por hecho que gran parte de ustedes los dominan. En algún momento alguien habrá escuchado en una conversación como alguien amenaza a otro con contarle lo que pasó en ese capítulo de la serie que le gusta y que no ha visto.
Eso es un spoiler y está resultando ser más odiado que Donald Trump.
Es difícil estar al tanto de todo lo que nos gusta en este tiempo. Tenemos vida, nos enganchamos a nuevas series o queremos ver otras nuevas y siempre habrá alguien con más tiempo que las devora y no tarda en compartir su experiencia por las redes. Y tú, incauto que vas por la vida sin revisar las cosas más de dos veces, te comes todo el argumento, los momentos más importantes y hasta terminas por enterarte del signo del zodiaco del protagonista. Increíble.
No hay medida. La gente ya no respeta que otros queramos disfrutar de lo mismo, pero también queramos entrar en nuestras redes de confianza. Por mi, puedes decir que cierto capítulo te encantó o que hay algún personaje que odias. Pero sin nombres, sin datos, da rienda suelta a tus sentimientos sin fastidiar mi futura experiencia o disfrute.
Al menos, así es como pienso yo, que tampoco es que sea la reina del odio hacia aquellos que hacen spoiler. Puedo tolerarlo, o más bien, no me queda otra desde que George R. R. Martin decidió que los que seguimos los libros de su saga tengamos que convivir con los que van al día con la serie. Y cuando digo convivir, lo digo literalmente en mi caso.
Pero claro, esa soy yo que veo videos de Youtube de las series que me gustan, me leo resúmenes o asumo que como no tengo la consola indicada para ciertos videojuegos, es mejor ver como otros lo juegan y ahorrarme el sufrimiento. También soy de las que cuando ve algo que le gusta o que le emociona lo grita por las redes con mucho dramatismo, pero siempre sin dar datos. Ya saben, el respeto hacia otros del que antes hablaba. Y fue en una de estas ocasiones que descubrí un nuevo tipo de spoiler.
Fue la semana pasada cuando recibí otra lección sobre la facilidad que tiene la gente de indignarse por nada. Estaba yo, tan tranquila, lloriqueando por las esquinas infinitas de Twitter sobre lo que había pasado con la trama de un videojuego por el que llevaba esperando trece años (no exagero ni un ápice. La compañía ha tardado todo eso en lanzarlo). Solo era eso. Drama, exasperación por una evolución de personajes horrible y una narrativa con más agujeros que un queso suizo. Lo típico.
Pues ahí apareció el ofendido de turno. Que me callara porque le estaba estropeando la experiencia de juego, porque ahora por mi culpa, iría con las expectativas de que iba a sufrir con él.
Ha nacido el pre-spoiler y yo solo puedo decir ¿¡qué me estás contando!? Parecía una escena sacada de The Big Bang Theory cuando Sheldon se quejaba de que le habían dicho que un cómic era impresionante. Parece que a este paso ni podrás decirle a la gente que la recete que le recomiendas es deliciosa, no vaya a ser que le estropeen la experiencia de descubrirlo.
Así pues, la cultura del spoiler está llegando a cotas que personalmente no quiero ni conocer. Hay siempre un momento para hacerse a un lado de las nuevas tendencias y en este caso, yo me bajo aquí. Suelo bromear con que un día alguien matará a otro porque le destripó una serie, ahora, ya no sé si será solo una broma.