A la mierda, 2023

30 de diciembre 2023
Actualizada: 18 de junio 2024

Se acaba el año y comenzamos a ver por todos lados los buenos y bondadosos propósitos para el venidero y las despedidas más o menos lacrimógenas para este y, yo, que tengo en mi currículum haber participado de ambas circunstancias en el pasado, en esta ocasión quiero hacer algo distinto porque me siento engañada y defraudada por el sentimentalismo y la corrección

Se acaba el año y comenzamos a ver por todos lados los buenos y bondadosos propósitos para el venidero y las despedidas más o menos lacrimógenas para este y, yo, que tengo en mi currículum haber participado de ambas circunstancias en el pasado, en esta ocasión quiero hacer algo distinto porque me siento engañada y defraudada por el sentimentalismo y la corrección.

Sí, reconozco que me he visto arrastrada por esa corriente de emotividad que al final no me ha traído más que decepción y que, posiblemente por mi educación, me ha impedido ver que, como dice una canción que conozco, la autoestima está por encima del saber estar.

 

Así que me voy a despedir de este año como creo que se merece: ¡A la mierda, 2023!

 

Tanta paz lleves como descanso dejas y, por favor, cierra al salir. No me da llegado la hora de escuchar las campanadas y con una sonrisa de tranquilidad, decirte "adiós".

 

Fuiste, eso he de agradecerte, quien me abrió los ojos a un lustro que, sin yo saberlo, fue el peor de mi existencia. Me abriste los ojos con lo que eso supone a nivel mental, emocional e incluso físico, y aún así esperé pacientemente que fueses justo y, a todos esos que aprovecharon de mi empatía y humanidad mientras estaba yo en las nubes, recibiesen lo que se conoce por "su propia medicina". Ahora, ya casi al final de tu existencia, sé que no lo harás porque también me enseñaste que la maldad cotiza al alza y los accionistas mayoritarios quizá están protegidos por un Dios distinto al mío, que les permite hacer lo que les sale de sus oscuros adentros sin que paguen su correspondiente factura y que sean otros los que paguemos con creces por crédulos e ingenuos.

 

Quizá por cómo me trataste has logrado mantener en mí el deseo de los propósitos para el que llega tras tu marcha y en estos voy a concentrar mis energías para que cuando llegue el momento de despedirlo lo pueda hacer con la tranquilidad de únicamente hacerme responsable de lo que yo haya hecho y no con el desasosiego que causa el por qué dejé hacer.

 

Me he propuesto no permitir la mínima ya que ahora sé que cerrar los ojos es un gesto apropiado para dormir, pero no para vivir. La confianza que no se vulnera es esa que no se da, y es un bien que se ha de ganar día a día, con hechos, no con palabras que, al final, por la falta de principios de las personas, carecen de valor.

 

Me he propuesto dar, pero en esta ocasión, dar a cada uno lo que merece, no como antes, que cuando daba, lo hacía con generosidad sin esperar nada a cambio y eso no funciona con las personas que se aprovechan de la bondad y abusan hasta límites insospechados.

 

Me he propuesto no callarme y despacharme a gusto cada vez que tenga motivos y ocasión, al fin y al cabo, si la gente nació con oídos es para escuchar.

 

Me he propuesto cerrar las puertas que he dejado abiertas pero no lo haré saliendo en silencio y sin hacer ruido para no molestar, lo haré dando portazos y dejando claro a quien queda tras esa puerta que se equivocó conmigo.

 

Me he propuesto vivir siendo yo la prioridad y dejar de ser la cuidadora de adultos narcisistas y malcriados con ínfulas de dioses, egoístas que sienten que son el ombligo del mundo aunque carezcan de cualquier virtud que les hagan merecedores de nada.

 

Me he propuesto no dejar que se construyan alrededor mío cercos que me limiten e impidan ser, para que otros sean y presuman de lo que ni en sueños tienen.

 

Me he propuesto reirme cuando algo me haga gracia y no para ocultar la decepción, el malestar y el dolor.

 

Me he propuesto no perder el tiempo, hacer de mis días mi espacio y alejarme de personas que únicamente buscan un entretenimiento que mitigue los efectos de su agónica vida y pretendan convertirme en su gratuito parque telemático.

 

Me he propuesto poner en valor lo que soy y precio a las cosas valiosas que hago.

 

En definitiva, me he propuesto ser quien soy, con mis virtudes y con mis defectos, sin moldearme a las circunstancias de nadie, sin filtros para llamar a las cosas por su nombre y a nombrar a quien quebrante la delgada línea del respeto que le separa de mí. Ser y no disimular, manteniendo en pie mis valores y principios y salvando así la dignidad y el honor, fuertes pilares que, a pesar de todo, no han logrado derruir.