Lleva en Pontevedra desde el lunes, pero su cabeza y su corazón permanece en Kiev. Yulia Diachenko es una más de los miles de ciudadanos ucranianos que se han visto obligados a abandonar su país, su hogar y sus familias por la invasión rusa de Ucrania y el terror al que el ejército de Putin está sometiendo a una población que, en el exilio o en la resistencia, seguirá luchando por su libertad.
"No queremos ser refugiados, nadie quiere irse", afirma Diachenko, que acabó en el extremo contrario de Europa porque su novio, con el que vivía felizmente en la capital ucraniana, es pontevedrés.
Llegaron a su nueva casa hace menos de una semana después de un periplo de cuatro días por carretera hasta Cracovia, desde donde volaron a España.
"Un día a las seis de la mañana empezaron a bombardear. Mi novio me despertó, me metí en la ducha completamente en shock, llamé a mi familia y empecé a hacer la maleta y a pensar qué voy a hacer porque no sabíamos si podría venir con él o no", explica la joven de 29 años el momento en el que tuvieron que decidir abandonar Ucrania.
"Fuimos en un convoy de coches por carreteras pequeñas, porque las autopistas era peligroso. Había mucho tráfico y vimos gente andando por más de 20 kilómetros hasta la frontera con niños pequeños y mucho frío, con temperaturas de menos dos grados", relata Yulia, quien, dentro de la desgracia, se siente afortunada, "Yo tuve mucha suerte porque mi huida no fue mala, la gente está sufriendo muchísimo más. La gente está en modo pánico", lamenta.
Venir a España siempre estuvo en sus planes, "pero no así". De hecho, tienen planeado volver tan pronto como sea posible. Mientras tanto, tratarán de ayudar a su familia y compatriotas desde la distancia, como puedan. "Mi novio tenía que regresar por trabajo y yo puedo trabajar desde cualquier sitio. Quiero seguir trabajando y ayudar en todo lo que pueda, como voluntaria, con información, mandar dinero...", explica la ucraniana.
Yulia es incapaz de sacarse de la cabeza el drama que ha dejado atrás. Tampoco puede ocultar el miedo a que le ocurra algo a sus seres queridos, que decidieron permanecer en Ucrania a pesar del peligro. "La mayoría de mis amigos y mi familia están allí. No quisieron irse. Si dejamos el país, si nuestra gente se va, no vamos a tener Ucrania jamás. Tienen que defenderse y ayudar con lo que puedan", argumenta en un gesto de amor por su tierra.
De hecho, su padre, propietario de un taller mecánico y de varios camiones está implicado en las Unidades de Defensa Territoriales y transporta víveres o cualquier producto necesario para ayudar al ejército local o a las milicias civiles. "Los civiles se están organizando para defenderse con o sin armas, para defender a su gente. Si ven un tanque intentan pararlo de cualquier manera, muchas veces sin ninguna arma", ilustra orgullosa del valor de su pueblo.
Pero también está muy preocupada por la seguridad de los suyos. "Lo peor es leer las noticias y comprobar con mi familia si están vivos. Tengo mucho miedo por sus vidas porque en cualquier momento puede explotar allí un misil", reconoce.
Los bombardeos rusos en zonas residenciales están tienendo lugar en numerosas ciudades ucranianas. Tanto, que uno lo ha vivido muy de cerca. "A veces bombardean casas de gente civil no sé para qué. Ocurrió en el pueblo de mi abuela. No sé qué intención tienen, pero están matando gente civil. Un misil llegó allí y no quedó casa, ni gente, no quedó nada", relata horrorizada.
Aunque la amenaza rusa lleva casi una década sobrevolando Ucrania, la población nunca llegó a imaginarse una invasión de estas características. "Nunca pudimos haber imaginado esto, por eso la gente no estaba preparada. La mayoría negaba esta idea porque llevamos viviendo con esta amenaza de Rusia durante ocho años. Ya invadieron Ucrania en el 2014 y llevan desde entonces en la zona del Dombás", narra Yulia.
"Pensábamos que Putin no iba a tener el atrevimiento para atacar Kiev y muchísimas otras ciudades. Ël pensaba que Crimea era suya, pero antes de que los rusos llegaran a Ucrania nadie pensaba en separarse o hacer una república propia", añade en referencia a la situación en las regiones de Donestk o Lugansk.
A pesar de la gravedad de la situación, en sus cabezas todavía hay lugar para la esperanza. "Hablé con mi hermano y me dice que puede que acaber pronto porque los soldados rusos no saben ni qué están haciendo, no están motivados. Mandan a los soldados y no saben ni adónde van, les dicen que van a unos entrenamientos militares y acaban en Ucrania disparando a gente civil y bombardeando ciudades. Ellos también tienen miedo", explica Diachenko.
Sin embargo, todo el mundo en Ucrania es consciente de que Putin no se va a detener, por ello pide a la población rusa que se movilice, que salga a la calle y proteste en su país contra la guerra. "Lo peor es Putin y su compañia de generales y sus seguidores. La gente de Rusia tiene que levantarse en millones, ellos pueden conseguir algo. Porque Putin no va a parar", pide Yulia.
Confía esta joven ucraniana en poder regresar pronto a un país del que se siente muy orgullosa y en el que tenía grandes planes de futuro.
"Mi familia habla ucraniano, siempre pensamos en un país independiente, libre, queremos desarrollar nuestro país, pagar impuestos. No queremos ser refugiados, nadie quiere irse. Claro que es un país con problemas, pero no era un país hundido. Era un país que estaba intentando mejorar y eso es lo que Putin no quiso, siempre se estaba metiendo con nosotros, afectando nuestra economía, la guerra del Dombas y ahora esto", relata.
También habla con morriña de su ciudad de residencia. "Kiev, que es una ciudad muy bonita, como otra ciudad de Europa con teatros, museos, restaurantes... La gente que vive allí es muy moderna y todo es muy tecnológico. Por ejemplo, no necesitamos llevar documentación, lo tenemos todo en una aplicación", explica para despejar la idea de un país subdesarrollado.
Para que Ucrania vuelve a tener futuro la guerra tiene que acabar cuanto antes, es por ello que Yulia pide la máxima ayuda posible para poner fin al infierno que está teniendo lugar en su país.
"La gente de Ucrania está luchando, todos intentan ayudar. Todos están luchando por la libertad, pero la gente de Rusia no lo está haciendo y nos están haciendo daño a nosotros. Sabemos que todo el mundo nos está apoyando y estamos muy agradecidos por ello, pero necesitamos todo el apoyo que se pueda para que esto acabe pronto", concluye.