El pasado viernes 10 de mayo se vivió una escena de tensión a las puertas del pontevedrés CEIP Plurilingüe Praza de Barcelos.
Según relata una de las madres presentes, que pide permanecer en el anonimato, a la salida de los niños y niñas a las 14:00 horas, un coche pretendía acceder a su garaje, situado en el edificio próximo al colegio, el número 24 de la plaza de Barcelos, pasando por delante del centro.
Varias personas que estaban en el lugar le indicaron a la conductora que tenía que esperar a que se completara la salida de los escolares. Ante la insistencia de la mujer para que le abrieran paso, un grupo de familiares se plantó y, formando una fila al grito de "por aquí no pasa", bloqueó el avance del vehículo hasta que, unos minutos después, se despejó la zona de menores y familias y ya pudo el coche retomar la marcha hacia su garaje.
Este tramo es habitualmente peatonal, excepto el jueves y viernes de la semana pasada, en que las obras en el vial que discurre entre el muro del convento de Santa Clara y las pistas deportivas obligaron a derivar el tráfico de acceso y salida del garaje del citado inmueble a la zona peatonal a las puertas del colegio.
A pesar de que en un principio la conductora tenía derecho a pasar, la situación tiene matices. Por una parte, el hecho de que en ese mismo momento era inviable abrirse camino entre tal concentración de personas. Y, por otra, que, según confirma a este medio el encargado de la obra de hormigonado del perímetro de Barcelos, ese mismo viernes se puso un cartel en el edificio afectado informando de que solo se podía acceder al garaje a partir de las 14:30 horas, para no entorpecer la salida de los escolares.
RESPUESTA DEL CEIP BARCELOS
El director del colegio de Barcelos, Luis Arceo, no fue testigo presencial de los hechos pero sí le llegó el relato por parte de diversas fuentes. En ese momento, estaba dentro del centro ocupado telefoneando a la Policía Local para informarles de que necesitaban una patrulla que pudiera ordenar el tráfico en esa hora punta de salida de escolares. "Estuve llamando desde las 11:30 de la mañana, pero no vinieron", señala. Finalmente, a las 14:15 llegó la Policía Local y levantaba el atestado del incidente.
"Las familias estuvieron colaborando de una forma maravillosa, pero son 400 rapaces que tienen que entrar y salir, a las 9:00 y a las 14:00 horas"
El director lamenta que se llegase a esta situación. "Las familias estuvieron colaborando de una forma maravillosa, pero son 400 rapaces que tienen que entrar y salir, a las 9:00 y a las 14:00 horas", insiste.
Añade el docente que en cuanto se anunció que los coches iban a poder circular dos días por delante del centro, inmediatamente se puso en contacto con el Concello de Pontevedra y la Policía Local para ver qué medidas se iban a adoptar en las franjas en torno a los horarios de entrada y salida del alumnado.
Pedían desde el colegio que se prohibiera el paso de vehículos a esas horas y que una patrulla de la Policía Local pudiera garantizar la seguridad de los menores. No hubo respuesta. Con el añadido de que, además del paso de vehículos particulares hacia el garaje, detectaron que también los furgones de reparto y mensajería, no autorizados para usar esta vía, aprovechaban la circunstancia para colarse por delante del centro, sumando un nuevo riesgo para la integridad de las personas, y sin que hubiese autoridad para detenerlos.
Este lunes, ya pasado el susto, la semana comenzaba para la comunidad escolar del CEIP de Barcelos con la tranquilidad de que vuelve a ser peatonal el espacio delante de la puerta del centro. Los trabajos de hormigonado del entorno de la plaza de Barcelos continúan, pero ya no afectarán a la circulación de vehículos por este tramo. El encargado de obra confirma que podría haber algún cierre puntual, pero no está previsto a medio plazo.
Para evitar que se produzcan nuevas situaciones de riesgo, el director del colegio hace un llamamiento para que, en caso de que se vuelva a permitir el tránsito temporal de vehículos por delante del centro, se habiliten las necesarias medidas de seguridad antes de que haya que lamentar una desgracia.