No faltan nunca, aunque llueva. Cada tarde, entre las 17.30 horas y las 18.30 horas, más de mil estorninos ofrecen un espectacular vuelo sobre la ciudad de Pontevedra.
Numerosos pontevedreses observan con asombro las piruetas que en uno o dos grupos realizan estos pájaros. Su base se encuentra en el magnolio de la Casa del Arco situada en la Plaza de Méndez Núñez. Tras realizar las sorprendentes maniobras acrobáticas sobre la ciudad vuelven en un aterrizaje realizado en un perfecto orden a refugiarse en el centenario árbol del centro histórico. También se detectan muchos de estos pájaros en el entorno de las Palmeras.
En un estudio realizado en el año 2009 por el Concello de Pontevedra se calculaba que 35.000 estorninos, también conocidos como chirlomirlos, residían, en aquel momento, en el municipio con la llegada del invierno. Estas aves son de tamaño mediano y de coloración negra. Según SeoBirdLife, en invierno diferentes puntos de la Península Ibérica reciben bandadas de estos pájaros procedentes del centro y norte de Europa. Los principales inconvenientes que denuncian algunos vecinos del centro histórico se centran en el sonido que emiten, una especie de graznido, y en los excrementos, fácilmente detectables en el entorno de la Plaza de Méndez Núñez, a pesar del baldeo habitual que se realiza por los servicios de limpieza en esa zona.
Sus vuelos son rápidos y directos. Según el Proceedings of the Royal Society B, que publica un artículo sobre las investigaciones de los vuelos de estas curiosas aves, la causa de estos agrupamientos aéreos en bandada es la protección y según un investigador de Hungría que estudia los vuelos de los estorninos "los virajes tan bien coordinados y casi instantáneos del grupo, sus sofisticadas maniobras colectivas para evitar a depredadores, sus fascinantes exhibiciones aéreas, así como sus aterrizajes colectivos, plantean problemas muy complicados desde el punto de vista de la modelización fundamental y fenomenológica".
Los estorninos también han sido los causantes de que, en el siglo XIX, se iniciase el anillamiento de aves para realizar o seguimiento de sus viajes y conocer cuáles eran los destinos de su migración.