Entre un 15 y un 20% de los niños sufren abusos sexuales antes de cumplir los 18 años aunque sólo se conocen el 2% de los casos, según las estimaciones de la Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil (Fapmi).
El dato fue revelado este martes en la presentación de la campaña Uno de cada cinco en un seminario celebrado en la Facultad de Ciencias de la Educación y del Deporte dirigido a concienciar a estudiantes y profesionales de la importancia de trabajar en la prevención de la violencia sexual.
El incremento del turismo con fines sexuales y del consumo de pornografía infantil a través de la red llevan a Tomás Aller, coordinador de Fapmi, a alertar "de un problema emergente" frente al cual aboga por impulsar una red de prevención en la que participen todo tipo de profesionales y colectivos vinculados directa o indirectamente a la infancia.
"El 1% de la población tiene un perfil pedófilo, esta es una realidad que conviene no obviar", reseñó Aller en la ponencia inaugural del seminario.
Al mismo tiempo que denunció la "progresiva y cada vez más acelerada sexualización de la infancia", Aller subrayó que "aun sabemos muy poco de que hace que un pedófilo pase a ser un pederasta".
Por eso, la campaña Uno de cada cinco, que impulsa el Consejo de Europa, tiene como objetivo final contribuir a la crear un "contexto social absolutamente intransigente" con todo tipo de maltrato sexual infantil. De ahí que esta jornada formativa estuviera centrada en concienciar de la necesidad de acometer un trabajo en red, en el que los profesionales de ámbitos como los servicios sociales, la salud o la enseñanza contribuyan a "concienciar a su entorno inmediata, informando de que es la violencia sexual, como se identifica y como hay que actuar", según reseñó Aller en la apertura del seminario.
NO DEJAR A LOS NIÿOS AL MARGEN
Además de formar a profesionales, la campaña del Consejo de Europa aboga también por abordar el maltrato sexual infantil directamente con los niños, a través de información "adaptada a sus edades". Con ese objetivo, se elaboró la guía La regla de Kiko, que busca que los niños puedan reconocer formas inapropiadas de tocar y sepan a quién dirigirse a la hora de contar aquello que les haya ocurrido.