Una enfermera de Montecelo se obliga a alquilar un apartamento para vivir sola y evitar posibles contagios en su piso familiar

Pontevedra
23 de marzo 2020

Su marido, agente de la Policía Nacional, también realiza labores en la calle durante este estado de alarma y ambos tienen miedo de contagiar, entre los dos, a sus hijos de 8 y 11 años en la vivienda de escasas dimensiones donde residen. Por este motivo, ella decidió pasar las próximas semanas en un apartamento alquilado y evitar contacto con sus seres queridos

Marta trabajando con protección en su planta del Hospital Montecelo PontevedraViva

Son días complicados para la sociedad y cada familia tiene que vivir este estado de alarma intentando buscar fórmulas de convivencia ante una situación absolutamente novedosa. Marta y Luis forman un matrimonio que reside en Pontevedra con un hijo de 11 años y una hija de 8. Ella es enfermera en el Hospital Montecelo. El es agente de la Policía Nacional de la Comisaría Provincial. Ambos abordan una situación diaria de peligro a contraer el virus porque sus trabajos les obligan a enfrentarse al contacto humano.

Por este motivo, este fin de semana Marta decidió abandonar el domicilio familiar y trasladarse a un apartamento de alquiler donde pasará este tiempo de confinamiento. Pasó estos últimos días de la semana haciendo maletas e intentando explicar a sus hijos el motivo por el que permanecerá fuera de la residencia habitual. "No es bueno que esté en contacto con niños en un piso pequeño donde no puedo mantener la distancia de seguridad", sostiene Marta. Tampoco puede dejar a los pequeños con los abuelos porque son personas mayores, población de riesgo.

Cuando Marta explicó la decisión a sus hijos, la niña comenzó a llorar pero acabó entendiendo que es una situación de alarma. Los dos menores se quedarán con su marido y cuando tenga turno de trabajo intentarán estar en contacto con ellos a través del teléfono. Marta también tiene previsto acercarse hasta la entrada del edificio de la vivienda familiar para que los hijos la saluden desde la ventana. "Basta que queden solos para que sean más responsables. Es la primera vez en todo, que me voy y que se quedan solos", indica esta mujer que trabaja en una de las plantas que comienza a estar ocupada por enfermos de coronavirus en el Hospital Montecelo. Por eso calcula que tendrá que mantenerse alejada de la familia alrededor de dos meses. "Vi a un coreano en la tele que dice que lleva desde el 25 de enero en casa y comienza a salir ahora pero de manera paulatina. Trabaja un día a la semana. Así que aquí será igual", afirma.

Con su familia ya estaba desarrollando las recomendaciones básicas. Mantenía el saludo con el codo con sus hijos, nada de besos, y con su marido guardaba la máxima distancia posible, incluso a la hora de dormir. Pero cada vez el riesgo de contagio es mayor. Las plantas de Neumología y de Medicina Interna del Hospital Montecelo acogen a personas que están pendientes de resultados de las pruebas o pacientes con COVID-19. Marta explica que dada planta se divide en dos partes, un ala lateral se destina a enfermos de coronavirus y, en estos casos, cada paciente ocupa una habitación. No se comparten. 

Existe una sensación de temor en el ambiente en Montecelo: "subimos y bajamos de planta con las mascarillas y nos miramos con algo de miedo"

Entre los profesionales hay incertidumbre, miedo pero también mucha energía. "Decimos: venga, para adelante", asegura la enfermera y comenta que se forman grupos profesionales donde se aconsejan cómo utilizar el material o cómo vestirse para atender a una persona con coronavirus. "Las gafas de estos equipos de protección no son desechables y hay que limpiarlas bien. Y claro, cada uno asume su responsabilidad", apunta Marta admitiendo que existe una sensación de temor en el ambiente: "subimos y bajamos de planta con las mascarillas y nos miramos con algo de miedo".

"¿Personal? Personal hay suficiente. Se reforzó, afirma Marta que manifiesta que están contando con el apoyo de la dirección de la gerencia, pero admite que el temor se centra en la escasez de material ante las previsiones de una oleada de pacientes a partir de esta semana. Ahora hay habitaciones que se habilitan para personas que tienen síntomas a la espera de que se comprueben los resultados de las pruebas, pero esto también supone una pérdida de recursos porque para atender estos casos es necesario emplear los trajes de protección.

Marta señala que están reciclando material y buscando herramientas quirúrgicas que no se van a utilizar para fabricar nuevas mascarillas para los momentos más duros. "Vemos vídeos de Youtube para prepararlas", señala. "Está pasando en toda España. Incluso con bolsas de basura hacemos batas para no estropear la original y poder atender a otro paciente", admite y habla de amigas enfermeras que se contagiaron en Madrid adoptando todas las medidas de seguridad. Por este motivo, Marta tiene miedo a esta situación desconocida donde nadie parece tener claros los protocolos que hay que seguir. "Dan información contradictoria muchas veces. Llegan mensajes de riesgos laborales, de la dirección, de la OMS... y llegas a casa saturada de información", apunta.

Luis, su marido, muestra también su preocupación: "Esto es surrealista" y entiende perfectamenta la decisión de su mujer de marcharse a un apartamento: "Ella quiere poner un freno, un tapón para proteger a los chavales. Ve que el problema se va arrimando. Puede pasarle a cualquier familia".

Luis, como agente de la Policía Nacional, patrulla las calles durante estos días y alaba el buen comportamiento general de la ciudadanía pero el problema aparecen con personas que tienen dependencias o que viven en la calle, en muchos casos con problemas mentales, que son insolventes y que no temen la imposición de una multa.

"Es todo muy complicado. Y si la gente no te ayuda, te obliga a bajar del coche policial y a gastar el material de manera innecesaria", apunta Luis, que también alerta del temor en la Comisaría a que el material de protección no llegue para hacer frente a los momentos más duros de la pandemia. Afirma con tristeza que detecta que ahora "salen los miedos atávicos. Un miedo que, en teoría, teníamos superado y hablábamos de un sistema sanitario robusto y mira tú ahora".

Este matrimonio espera que esta situación se pueda superar  cuanto antes para volver a convivir de nuevo bajo el mismo techo y sin temor a un virus tan desconocido como peligroso.