Más de una veintena de trabajadoras de la Pontesa hicieron este jueves un repaso por la vida de la fábrica de Alfares de Ponte Sampaio, desde la jornada de inauguración, presidida por Franco en 1961, hasta las movilizaciones que intentaron sin éxito impedir el cierre definitivo en el 2001.
Las ex trabajadores se reunieron en la Casa de Cultura de Ponte Sampaio en un acto programado por la concejalía de Patrimonio Histórico que dirige Luis Bará, dentro de su programa 'A Memoria das Mulleres' y conducido por la periodista y actriz Comba Campoy.
La concejalía logró juntar en el acto a trabajadoras que empezaron a fabricar loza antes de esa jornada de apertura con las que estuvieron en el proceso de fabricación de las últimas piezas. La mayoría trabajaron en la fábrica décadas enteras.
Segñun la información facilitada por 'A Memoria das Mulleres', empezaban a trabajar con 14 y 15 años,"y algunas eran tan bajitas que apenas le llegaba a las máquinas", contaba Dolores, una de las trabajadoras presentes en el encuentro. Algunas eran tan pequeñas que el gerente se acercó a preguntarles si con su edad no deberían estar jugando con muñecas en lugar de estar trabajando a lo que ellas en seguida contestaron que "para eso hace falta tener dinero".
Para muchas mujeres de Ponte Sampaio y entorno, Pontesa suponía la oportunidad de llevar un sueldo a casa y estar asegurada, por eso no dudaron en dejar el mar o la costura para que hacerse operarias de la que, en aquel momento, era una de las fábricas más modernas del Estado. Una de las primeras que incorporaba procesos tan poco comunes a la sazón como la producción en cadena llegando a tener en algunos momentos más de 1.200 empleados.
Las mujeres de la Pontesa recordaban en el encuentro la dureza de cada proceso. La fabricación, que obligaba a mover moldes realmente pesados sobre todo si se trataba de hacer piezas grandes, como las soperas; el barniz, el modelado o la decoración. Y las de Ponte Sampaio se quejaban diciendo que esta última fase, que consideraban la menos pesada, siempre se les dejaba a las señoritas que venían de Pontevedra, lo que enseguida provocaba la respuesta de las afectadas que aseguraban que eso también era bien cansado, "pues tenías que pasar tantas horas fijando la vista que al levantarte, te mareabas".
Recordaron la industria "que tanta hambre nos quitó, eso sí, a base de mucho traballiño"
Pero mezclaron las memorias del trabajo duro con las de las fiestas, que cada Navidad llenaban de luz a la fábrica; con las anécdotas de los jefes, como aquella manía del señor Flores de rascar la cabeza cada vez que echaba una reprimenda; con el olor de aquellos chorizos que de vez en cuando cocían en los huecos del horno de cerámica, o contando como era aquella vajilla que le regalaron al rey Juan Carlos con la Cartuja de Sevilla.
También hubo tiempo para la reivindicación, recordando las movilizaciones realizadas cuando el cambio de dirección y "el exceso de jefes, que llegó a haber más que trabajadores", llevó al cierre de la fábrica, teniendo muchas de las presentes aun pendientes dinero de las indemnizaciones por cobrar.
Durante una hora, las mujeres de la Pontesa se reencontraron con las viejas compañeras y recordaron la industria "que tanta hambre nos quitó, eso sí, a base de mucho traballiño".
El acto fue grabado por la concejalía que dirige Luis Bará, que se comprometió con las trabajadoras en hacer un nuevo encuentro para mostrarles el resultado de todas las investigaciones que sobre la fábrica está llevando a cabo el equipo del programa "A Memoria das Mulleres".