Adiós al Entroido. Tras nueve intensos días, la fiesta ha llegado a su fin. Lo ha hecho con la tradicional despedida a nuestro personaje más entrañable: el Loro Ravachol. Sus cenizas son ya lo único que queda de él. Al menos, hasta el año que viene que, sin duda alguna, regresará con fuerzas renovadas para divertirse con todos los pontevedreses.
Justo un día después de las históricas movilizaciones del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Ravachol ha sido incinerado. La Praza da Ferrería fue el escenario en el que ha sucumbido al fuego. Eso sí, presumiendo hasta el último momento de su atuendo: una túnica morada, el lazo violeta por la igualdad y sus lemas contra el machismo.
Horas antes, desde las seis de la tarde, la Plaza de la Verdura acogió el velatorio de Ravachol. Cientos de personas, vestidos de luto riguroso, acudieron hasta allí para despedirse y presentar sus respetos.
El cortejo fúnebre, como es habitual, recorrió las calles San Román, Paseo Antonio Odriozola, Soportales, Manuel Quiroga, Princesa, Isabel II, Real, Sarmiento y Pasantería, antes de llegar a la Praza da Ferrería, en donde todo estaba dispuesto para la quema del loro.
En su despedida, además de los pontevedreses que le acompañaron, Ravachol contó con un gran séquito formado por las comparsas Amoriños de Bora, Os Canecos, Os Paparrulos, Os Solfamidas, Os 100 Tolos, Os Miúdos, Las Flores del Carnaval, Vamos a Todo, Os da Caña y As Sonecas.