Un año sin ocio nocturno en Pontevedra: los primeros en cerrar, los últimos en abrir

Pontevedra
12 de marzo 2021

El 12 de marzo del 2020 la mayor parte de los empresarios del ocio nocturno de Pontevedra decidieron cerrar sus puertas de forma voluntaria para frenar el avance del coronavirus. Un año después, el cierre ya no es voluntario, es forzoso. El sector está al borde de la ruina, sigue pagando todos los impuestos, se siente señalado como culpable por la sociedad y exige al Gobierno una indemnización

Empresarios del ocio nocturno de Pontevedra reunidos por PontevedraViva para pedir ayuda después de un año de cierre Mónica Patxot

No están todos los que son porque muchos ya se han quedado por el camino. Este viernes 12 de marzo se cumple un año desde que, ante el avance de la pandemia y la inacción de los gobiernos, los empresarios del ocio nocturno pontevedrés decidieron por voluntad propia, responsabilidad y solidaridad cerrar las puertas de sus locales. Nadie pensaba que 365 días después iban a seguir cerradas, con la cuentas bancarias en números rojos, las facturas acumulándose y sin horizonte para retomar la actividad.

"Esto es catastrófico. Llevamos un año cerrados casi sin ayudas, con pequeñas limosnas. Estamos desamparados y abandonados, necesitamos indemnizaciones reales. Solo se acuerdan de nosotros para pagar. No hablan de nosotros, no dicen cómo vamos a abrir ni cuándo ni con qué medidas. Parece que lo que les interesa a nuestros gobernantes es que desaparezca el ocio nocturno, parecemos los bichos raros que hay que eliminar", resume Daniel Lorenzo, propietario del pub La Pomada y presidente de Hoempo, el sentir generalizado de este sector.

Muchos de estos empresarios recuerdan como si fuera ayer aquel 12 de marzo del 2020. "Al principio lo llevábamos con positivismo porque se esperaba que no fuera por mucho tiempo. Con el paso del tiempo se volvió en desesperación y necesidad completa de que se arregle porque no puede durar más, llevamos un año y no hay empresa que aguante semejante palo", reconoce Manu Rey, propietario del Pasaje 2.0.

Las consecuencias ya llevan meses padeciéndolas. Locales como el Lusco Fusco, Bar a Kaldo o Bruc ya han tenido que bajar la verja de forma definitiva. Y algunos no tardarán en hacerlo si la situación sigue alargándose. "Las ayudas no llegan, el mes pasado me ha llegado la primera de 490 euros, que no da para mucho. Nos siguen cobrando autónomos, basuras, agua... Es inviable. Yo tengo para aguantar dos o tres meses más, si no nos dejan abrir no podré continuar", reconoce el dueño del Groove House.

Es el mantenimiento de las obligaciones fiscales y tributarias lo que más quema al gremio. "Si no me dejan trabajar, que no me cobren alquileres, basura, agua ni tasas. Que no me den nada, pero que no me quiten más", implora Julio Barral, que lleva un año pagando los impuestos de sus tres locales de copas: Aranda, Patrimonio y Fetiche.

A estos locales no solo no se les ha perdonado ni un solo impuesto en Pontevedra, sino que muchos arrendadores tampoco han rebajado el precio del alquiler. "Hay propietarios que han sido no reticentes, sino nulos, a la hora de negociar y tristemente algunos han tenido que cerrar", critica Antonio Fernández (Tonete), dueño del Moncloa, la falta de empatía de un sector de la sociedad hacia un sector tan maltratado como el del ocio nocturno.

Y además se sienten señalados como responsables de los contagios. "Me parece una vergüenza que nos hayan criminalizado de esta manera", se queja Víctor Pampín, dueño del Banana. El empresario recuerda que en verano, cuando permitieron la apertura de estos locales durante un mes, "fuimos el primer sector con control de entradas de cada cliente para que, si hubiese un contagio, hacer un seguimiento". Una medida que ahora la Xunta hace obligatoria para todo el sector hostelero. 

Con todas estas trabas y la falta de esperanza, el desánimo está haciendo mella en el empresariado. "Nunca esperábamos que fuese tanto tiempo cerrados. Se va perdiendo hasta la ilusión por volver a abrir. Pienso que nunca más vamos a tener un ocio nocturno como el que teníamos antes, o no a corto plazo al menos", confiesa César Sánchez, uno de los dueños del Cielo. "La sensación es de depresión total, no vemos el final del túnel", remarca Koke Araújo, propietario del UFO.

Pero si hay algo que frustra todavía más a estos trabajadores es la gestión de las subvenciones. Concellos, Deputación, Xunta y Gobierno anuncian líneas de ayudas millonarias, pero estos fondos no están llegando a las empresas. "Lo normal es que nos ayuden desde todos los ámbitos del Estado, con un plan común y ayudas estables en base a criterios normales", plantea Sánchez.

Sin embargo, "no dan ni para el recibo de la luz", lamenta Pampín. "Las ayudas anunciadas son insuficientes, llegan muy tarde y tienen mucha letra pequeña. Ni el 40 % de los hosteleros diurnos o nocturnos pudieron llegar a ellas", añade el expresidente de Hoempo.

A pesar de lo oscuro del panorama, en la noche pontevedresa sienten que la hora de la reapertura está cada vez más cerca. "El Gobierno tiene que irse planteando las condiciones de apertura en la nueva normalidad porque lo que no pueden hacer es seguir abriendo y cerrando cuando se le antoje", puntualiza Carlos Fontán, propietario de Cervecería El Bruc.

En este sentido, los hosteleros del ocio nocturno están convencidos de que sus locales sabrán estar a la altura de las circunstancias. De hecho, los peores momentos de la pandemia se han producido con los bares de copas cerrados. "Se están haciendo fiestas ilegales, ¿qué mejor que tener a la gente en un local controlado?", sugiere Julio Barral.

Los empresarios son conscientes de que la reapertura tendrá que ser gradual y que la rentabilidad de sus negocios será mucho menor. "El futuro va a ser complicado porque necesitamos trabajar con aforo 100%. Todo lo que no sea facturar con normalidad va a ser trabajar por trabajar. Cuando abramos habrá limitaciones y va a ser bastante complicado", asume Iván Parada, propietario del pub Bazaar. 

"Tengo la esperanza de que en los próximos meses nos dejen abrir aunque sea con limitación y que según se vaya inmunizando la gente vayan abriendo la mano y podamos volver a desarrollar la actividad", sostiene con moderado optimismo Javier Mori, dueño del Ítaca y del Artic. 

Más pesimista es Ángel Sorey, el propietario de la Abuelita, quien hace hincapié en la necesidad de un rescate para insuflar vida al sector. "El ocio nocturno ahora está literalmente muerto. Sin indemnización, no podrá reflotarse", asegura el empresario que teme que la normalidad a estos locales no llegue antes de final del 2021. 

Este regreso depende completamende de la efectividad de las vacunas. "Nuestra única expectativa es que sanitariamente vaya todo a mejor para que cuando nos permitan abrir que sea en unas condiciones viables para poder defender la empresa", reza Luis Cambeiro, del Termita. En la misma línea se pronuncia su compañero del UFO, "que la vacuna funcione y que este verano podamos estar funcionando aunque sea poquito a poco", pide Araújo.

La respuesta de los clientes es otra incógnita de esta ecuación. "No sabemos si la gente va a optar por no salir o salir menos", admite el dueño del UFO, aunque más seguro se muestra Mori, "la gente tiene ganas de volver a los locales, pero hay que tener precauciones", matiza. 

Lo que es seguro es que la noche pontevedresa no se va a morir. "Hemos marcado un estilo, nuestro modelo de negocio, con nuestros horarios, tiene que seguir", concluye, deseando larga vida a la diversión en las calles de la Boa Vila, Marcos Rivas, el propietario de la Sala Karma uno de los templos de la música en directo y del ocio nocturno pontevedrés.